23: Impulsos

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Las carretas avanzan sin detenerse durante toda la noche y todo el día, dándoles a los caballos apenas un par de horas de descanso. La frontera ya está a pocas horas, tan cerca que el olor de la guerra puede distinguirse por el refinado olfato de los lobos desde kilómetros atrás.

YoonGi mira a todos los soldados que llevan consigo y todos los que los siguen, miles de hombres y mujeres con la intención de pelear, quienes descansan a ratos aprovechando ser transportados, ganando energías. Una vez llegados al campo de batalla ya no habrá tiempo para dormir, ya no habrá tiempo de absolutamente nada. Ni siquiera para él.

YoonGi suspira y mira el cielo estrellado, mira la luna blanca. Tan blanca como una fina capa de nieve, como una fina capa de pelo ártico. Piensa en JiMin e inconsciente lleva sus dedos sobre sus labios, acariciando. Fue el beso más suave y más intenso que jamás hubiese dado y que jamás hubiese recibido en su vida. Los labios de JiMin nunca se le figuraron de tal textura, de tal aroma y de tal calor. No hay descripción que se ajuste a lo que YoonGi sintió en ese beso ni lo mucho que significa para él, por eso sonríe.

— ¿Piensas en alguien? — Escucha YoonGi la voz de su padre y baja la mirada.

Traga saliva con vergüenza y guarda silencio mientras se sonroja. Su padre lo mira serio y después sonríe.

— Recuerdo el primer beso que tu madre me obsequió, no hubo sensación más celestial que esa y también recuerdo nuestro último beso.

YoonGi escucha y recupera un poco la compostura, presta atención a su padre y lo observa callado, meciéndose con la carreta a través del camino en tanto su primo y el príncipe DongWoo también guardan silencio, intentando no entrometerse en esta charla que sólo ocupa al Rey y a su primogénito.

— ¿Es el señorito Park quien al fin ha cautivado tu corazón? — Le pregunta su padre, mirándolo fijamente. — ¿Qué pasará con la señorita Ahn?

Un cuestionamiento que sale sobrando pero que de igual modo responde.

— Nunca ame a HyeJin. — Murmura YoonGi. — Y ella lo sabe.

GongYoo sacude la cabeza con afirmación y jala aire entre dientes.

— ¿Entonces amas al señorito Park?

Es una pregunta sorpresiva que YoonGi no responde, limitándose a solo mirar igual de fijo a su padre, pensando.

— Entiendo. — Dice su padre mirando de nuevo al camino. — Solo asegúrate de enlazar con alguien digno de ser rey de Luperca junto a ti, no tengo más condición que esa para darte mi bendición.

Su padre suspira con una sonrisa y alza el rostro hacia el cielo, mirando a la Luna como él hace justo un momento. YoonGi abre la boca para preguntar algo a su padre más no logra hacerlo pues una advertencia suena a dos carretas delante de ellos. Todos miran al frente con atención y distinguen la silueta de un animal corriendo directo a ellos. Enfocan su vista y la silueta toma forma de una hiena. YoonGi aprieta los dientes.

Dos soldados bajan de la carreta que va delante de ellos y se transforman. Los coyotes se abalanzan contra el feliforme y lo tumban a mitad de camino, sosteniéndolo del cuello y lomo con sus colmillos. La hiena chilla en tanto todos los soldados se detienen. Rey y príncipes bajan de su móvil y caminan hasta el animal que va transformándose en humano. YoonGi no espera a nada y toma el cuerpo entre sus manos. Levanta a la mujer desnuda y la aprieta contra el tronco firme de un roble, ahorcándola.

— Ustedes malditas traidoras. — Maldice.

La mujer patalea, sosteniéndose de los brazos de YoonGi, intentando escapar para no ahogarse.

Tan azul como la nieve ~ Adaptación al YoonMin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora