Aleksei sintió suaves palmadas en su mejilla y, al mirar al frente, vio a Ciro. Este rápidamente puso su dedo índice en los labios resecos de Aleksei, indicándole que se quedara en silencio.
—Shh, no hagas ruido -susurró Ciro.
—Te sacaré de aquí.
Ciro comenzó a soltar las ataduras de Aleksei, quien apenas podía abrir su ojo izquierdo. Con la ayuda de Ciro, lograron salir de allí. Aprovecharon que el padre de Aleksei estaba de viaje para curar las heridas del joven.
—¿Cómo lograste sacarme?—preguntó Aleksei con voz débil mientras Ciro lo ayudaba a caminar.
—Tu padre no estaba, y los guardias fueron sobornados—explicó.
-—No fue difícil, ya que muchos te respetan y tampoco querían seguir viéndote así.
La mayoría de las heridas de Aleksei estaban en un estado deplorable, por lo que tendría que guardar reposo. Fue llevado a su habitación, y aunque no quisiera, tuvo que acostarse para poder descansar.
Aleksei estaba acostado, mirando al techo. No quería que Dante lo viera en ese estado, pero era inevitable. ¿O tal vez sí era evitable? No lo sabía con exactitud, pero deseaba verlo.
—Ciro, ¿Qué pasó con los guardias?—preguntó Aleksei, intentando comprender.
—Como ya te dije, les pagué para que se fueran y a los que no aceptaron los saqué del camino—respondió Ciro, dándole una palmadita en el hombro
—Descansa, Aleksei. Haré que traigan un médico para que pueda tratarte—y con esto, el hombre se marchó.
Aleksei intentó calmar su mente, pero era imposible. Necesitaba un baño con urgencia y, aunque le dolía todo el cuerpo, decidió levantarse. Gruñó suavemente, pero antes de decir algo, vio cómo la puerta de su armario se entreabrió.
—¿Qué demonios...?—murmuró, mirando a su alrededor.
Pensando que había sido el viento, miró hacia las ventanas, pero estaban bien cerradas, al igual que la puerta. Todo su cuerpo se puso en alerta, pensando que podría ser alguien que intentaba hacerle daño. Cojeando, fue hasta el armario y se detuvo antes de abrirlo, dudando.
—¿Quién está ahí?—preguntó, con la voz temblorosa.
No obtuvo respuesta y preguntó dos veces más, con el mismo resultado. No estaba en óptimas condiciones para poder luchar, por lo que decidió dejarlo y se volteó para ir a acostarse de nuevo, pero el ruido volvió a sonar. Incapaz de ignorarlo, se acercó esta vez y abrió el armario, viendo a quien menos esperaba.
—Dante... —susurró Aleksei, sorprendido.
Dante dormía plácidamente, aferrado a las ropas de Aleksei junto con una almohada. A lo que se preguntó del por qué estaba durmiendo allí cuando debía estar en su habitación, pero verlo allí, tan tranquilo y en calma, le dio una sensación de paz y alegría.
Por un momento, olvidó el dolor de las heridas infligidas por la tortura. Se acercó al armario y tomó al pequeño en sus brazos.
—Tranquilo, pequeño... —murmuró, sintiendo cada punzada de dolor por sus heridas.
Aleksei acostó a Dante en su cama con esfuerzo. Sabía que debía llevarlo a su habitación, ya que las heridas podrían empeorar si Dante se movía y lo golpeaba sin querer, pero no le importó. Solo quería estar cerca de este niño que había sido su salvavidas, su esperanza en medio de la tortura que su padre le había infligido.
Se tumbó en la cama con dificultad y atrajo al pequeño hacia sí. Acarició su cabello castaño y hundió su cabeza en el cuello del niño, sintiéndose nuevamente en paz, a pesar del calvario vivido.
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Obligados a amarse
RomanceObligados a casarse por decisión de sus padres, se ven forzados a convivir bajo el mismo techo. La convivencia está marcada por constantes discusiones y enfrentamientos, ya que ninguno de los dos está dispuesto a ceder. Cada encuentro se convierte...