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—Seré lo más suave que pueda —afirmó Aleksei con seguridad.

—Confío en ti —respondió Dante, con un susurro apenas audible.

Besó a Dante de nuevo, tomando su rostro entre sus manos, y su lengua exploró con dulzura su cuello antes de bajar a su pecho desnudo, lamiendo sus pezones con igual ternura, besando su clavícula y dejando castos besos suaves.

—Quiero memorizar cada expresión tuya —murmuró Aleksei, mientras sus manos acariciaban con un toque firme pero suave el bulto en los bóxers de Dante.

Dante trataba de no gemir, pero sus suspiros escapaban incontrolablemente.

—Por favor... —empezó a decir, sin saber exactamente qué pedía o qué quería.

Aleksei resistió el deseo de apresurar las cosas. Era la primera vez de él, por lo que sería ser dulce y amable.

—Dime si en algún momento quieres que me detenga —le susurró Aleksei, mirándolo con seriedad.

—No te detengas —pidió, sin dudarlo.

Aleksei sacó el miembro de Dante de sus bóxers, observándolo detenidamente, admirando lo rosado de la punta y el líquido preseminal evidente en esa zona.

—Eres un chico grande, ¿No? —dijo, mientras sus ojos exploraban cada centímetro del miembro de Dante con absoluta paciencia y deseo.

—No te burles, sé que no es tan grande como la tuya —murmuró Dante, un poco avergonzado pero también intrigado.

—No me burló y es perfecta—aseguró y sonrió de forma traviesa. 

Escupió en su mano y sujetó la parte superior del miembro de Dante, quien se estremeció ante el contacto.

—Relájate —murmuró Aleksei, besándolo suavemente.

Dante cerró los ojos, tratando de concentrarse en las sensaciones. Con movimientos expertos, Aleksei acarició la cabeza con su pulgar, restregando el líquido preseminal y ahuecando la punta con la palma de su mano, provocando gemidos ahogados de placer en él.

—Esto... se siente increíble —confesó, entre gemidos.

Las manos de Aleksei tomaban su tiempo en hacerlo sentir bien; era tan amable y gentil, y tan lento que era una tortura terriblemente placentera, que por un momento Dante se preguntó si ya había hecho esto con algún otro hombre.

—Por favor...

—¿Por favor qué? —preguntó Aleksei, mirando a Dante y ocultando una sonrisa.

—Aleksei... más rápido, por favor... —volvió a gemir Dante.

—Como desees —respondió, aumentando el ritmo de su mano.

El cuerpo de Dante comenzó a moverse, a frotar sus caderas y su trasero contra la entrepierna de Aleksei, deseando más fricción. La mano de Aleksei aumentó el ritmo, apretando ligeramente, logrando que Dante gimiera con fuerza. Mordió los labios del Alekséi para ocultar su vergüenza, algo que él correspondió con entusiasmo.

—No te contengas —murmuró Aleksei entre besos, sintiendo la desesperación del chico.

Dante se siguió pegando aún más a él, notando su gran miembro en su trasero, lo que lo llevó a imaginar y desear cómo se sentiría aquello dentro de él, llenando cada rincón hasta no dejar nada. Pensar en eso, imaginarlo vívidamente, fue su error, pues no pudo soportarlo y sin controlarse, se dejó ir, corriéndose en la mano de Aleksei.

—Eso fue rápido—bromeó Aleksei, mirando su mano ahora manchada de su semen.

—No te burles idiota—soltó queriendo empujarlo y apartarlo, pero todo el cuerpo de Alekséi estaba sobre él.

Obligados a amarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora