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El ambiente en el salón era relajado. Las chicas habían bajado a la cocina, dejando a Dante y Jake solos por un momento. Dante estaba inquieto, mirando su teléfono cada pocos segundos. Aunque intentaba disimular, su tensión era evidente.

—Oye, ¿estás bien? —preguntó Jake, arqueando una ceja al notar la actitud de su amigo.

—No has dejado de mirar tu teléfono en todo este rato.

Dante levantó la mirada, sorprendido por la pregunta.

—Oh, sí, perdón —respondió con una sonrisa rápida, pero falsa.

—Es que... bueno, creo que le pasé la gripe a mi pareja y estaba algo preocupado. Ya sabes, nada grave.

Jake asintió, aceptando la explicación sin más, aunque algo en la forma en que Dante hablaba parecía fuera de lugar. Sin embargo, decidió no presionar. Dante, por su parte, estaba mintiendo. No del todo, pero lo suficiente. La verdad era que no podía dejar de pensar en Aleksei. La preocupación constante lo carcomía. Sabía que había dejado a Demian y Ciro pendientes de cualquier cosa que pudiera suceder, pero no había recibido ningún mensaje, lo cual solo lograba aumentar su ansiedad.

Todo debe estar bien si no me han escrito, pensó para tranquilizarse. Sin embargo, no podía sacudirse esa sensación de inquietud que lo dominaba. Tal vez era por el hecho de que habían pasado casi una semana juntos, sin separarse. Ahora, el vacío que sentía al estar lejos de su esposo le resultaba abrumador.

—Oye, ¿Al final te apuntas mañana al club? —preguntó Jake, cambiando el tema.

La fiesta. Dante lo había olvidado por completo con todo lo que tenía en mente. Apenas recordaba que Jake lo había invitado hace días.

—Lo siento, pero no creo que...

—Deberías venir, de verdad. —Jake lo interrumpió, mirándolo con seriedad.

—Te ves muy tenso y distraído. No sé qué te tiene así, pero salir te vendría bien. Despegar un poco la mente, ya sabes.

Dante se quedó callado un momento, sopesando lo que su amigo le había dicho. Era cierto que había estado acumulando mucho estrés últimamente. Entre las preocupaciones por Aleksei y los trabajos de clases, no había tenido un momento para él mismo. Quizás una noche fuera podría hacerle bien. Jake tenía razón; necesitaba liberar tensiones. Además, era reconfortante estar con alguien que no lo juzgara, a diferencia de Ben, que siempre encontraba una forma de criticarlo.

—Claro, me apunto —dijo finalmente, mordiéndose el labio mientras asentía con la cabeza—. Será divertido salir un rato y divertirse.

Pero tan pronto como aceptó, la preocupación por Aleksei volvió a invadir su mente. ¿Qué le digo para que no se ponga paranoico? Pensó rápidamente en una solución. Quizás si lo invito a venir... Esa idea podría funcionar. No quería ocultarle nada ni hacer que su esposo se sintiera abandonado.

[• • •]

Aleksei estaba sentado en el borde de la cama, mirándose en el espejo. Llevaba una camisa negra y pantalones del mismo color, sencillos pero elegantes. Una corbata rojo oscuro era el único toque de color en su atuendo, dándole un aire sobrio pero llamativo. Sin embargo, su mirada estaba fija en la puerta del armario, donde podía ver el reflejo de Dante.

Dante, por otro lado, había optado por algo más casual, unos pantalones vaqueros de unos negis una camisa blanca sencilla y una chaqueta de un color marrón, a pesar de su sencillez, le quedaba tan bien que cada vez que su esposo lo miraba, sentía cómo su pulso se aceleraba.

Obligados a amarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora