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VARIOS DÍAS DESPUÉS:

Aleksei se despertó en mitad de la madrugada a causa de una de sus pesadillas. Sin dudarlo, se levantó y se bañó con agua fría para aliviar la tensión.

¿Otra vez la misma pesadilla? Pensó para si mismo mientras se secaba el rostro con una toalla.

—Esto tiene que parar.

Fue hasta su armario y tomó una camiseta gris, un pantalón de seda y un bóxer, vistiéndose con calma. Una vez listo, salió hacia la sala, donde se preparó un café amargo y comenzó a revisar algunos papeles mientras hacía varias llamadas.

—Buenos días, Marina. Necesito que verifiques el reporte de ventas de la semana pasada—dijo al teléfono, tomando un sorbo de su café.

—Y también asegúrate de que la campaña de publicidad esté lista para el viernes.

—Buenos días, señor Mokosh. Lo haré de inmediato. ¿Algo más que necesites? —respondió Marina desde la otra línea, su tono siempre eficiente y profesional.

—Sí, necesito que hagas un balance entre los pedidos de dulces y... bueno, ya sabes, los otros productos —dijo Aleksei, bajando la voz en la última parte.

—Entendido, revisaré los informes y te los enviaré antes del mediodía —aseguró, captando al instante la implicación.

—Asegúrate de que no haya discrepancias. Lo último que necesitamos es llamar la atención equivocada —añadió Aleksei, dejando claro la importancia de la discreción.

—Por supuesto. No te preocupes, lo tengo bajo control —respondió ella con confianza y Aleksei colgó el teléfono.

Así empezó su jornada laboral, desde muy temprano. La empresa de su abuelo había resurgido gracias a la nueva publicidad y los nuevos productos. La producción de drogas y éxtasis iba en aumento, incrementando los pedidos gracias a la exclusividad y el anonimato que ofrecían a sus clientes.

El negocio crecía, pero Aleksei se sentía insatisfecho al ver cómo Dante lo evitaba cada vez que intentaba hablar con él, lo que había pasado por varios días seguidos.

Y el día de hoy no parecía ser la excepción. Cansado y al límite, decidió enfrentarlo cuando Dante entró en la cocina.

—Dante, háblame.¿Qué demonios te pasa conmigo? Se supone que prometimos no volver a esta situación —le recordó con voz firme y autoritaria, claramente enojado por la negativa de Dante a siquiera mirarlo.

Dante, de espaldas, suspiró profundamente antes de responder.

—No es nada, Aleksei. Solo estoy cansado —dijo, sin voltear.

¿Cansado? Ha estado evitándome por varios días. Aleksei agarró a Dante del antebrazo, quien intentaba evitarlo, pero lo sujetó con más firmeza, sosteniéndolo cerca de él.

—No te soltaré hasta que me digas la verdad de lo que está pasando.—sentenció, algo que no le gustó al chico que lo miró con incredulidad.

Es tan insistente cuando se lo propone pensó Dante, mordiéndose los labios.

Lo miró entrecerrando los ojos, esperando que lo dejara ir, pero Aleksei no cedía. A pesar de su firmeza, Dante pudo vislumbrar la preocupación en sus ojos.

—Solo tuve una pesadilla, estaba de mal humor y te evité para no pagarlo contigo —mintió descaradamente, desviando la mirada, incapaz de soportar la intensa mirada de Aleksei.

—Y también...

—¿También? 

—Cuando desperté tenía una llamada perdida de Ángelo—murmuró, una mentira a medias. Ciertamente lo llamó pero no respondió.

Obligados a amarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora