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Aleksei tragó saliva con dificultad y, como respuesta a la provocación de Dante, apretó su entrepierna con firmeza. Dante, sorprendido por el gesto, dejó escapar un suave gemido, pero en lugar de detenerse, se acomodó más sobre Aleksei, buscando mayor fricción. La reacción fue inmediata: Aleksei soltó un suspiro profundo, su cuerpo tenso por el deseo que Dante encendía con cada movimiento.

—Iré al baño, Dante parece que se encuentra un poco... indispuesto, debió ser lo que tomó—dijo finalmente Aleksei, sin poder ocultar el tono apurado de su voz.

Sin perder tiempo, se levantó, cargando a Dante como si pesara poco, y ambos se dirigieron al baño. Tan pronto cruzaron la puerta, Aleksei apenas pudo bajar a Dante antes de ser asaltado por sus labios. Dante lo devoraba, como si no pudiera esperar un segundo más, sus manos viajando impacientes por el torso de Aleksei, deslizando la camisa hacia arriba. Aleksei jadeaba, perdido entre las caricias frenéticas de su esposo que, con manos rápidas, comenzó a desabotonar su camisa mientras sus labios se aventuraban por su abdomen.

—Dante, alguien podría venir... —logró decir Aleksei con esfuerzo, su voz cargada de deseo pero consciente de la situación.

—¿Eso acaso importa? —murmuró Dante, sus ojos brillando con una lujuria desenfrenada.

 Y sin darle tiempo a protestar, llevó la mano de Aleksei hacia su miembro, ya duro y aprisionado bajo sus pantalones. Con una destreza envidiable, Dante bajó la ropa interior de Aleksei y se inclinó, tomando su erección entre los labios, succionando con habilidad mientras su esposo no podía contener los gemidos que escapaban de su garganta.

—Dante... —gimió, entrelazando los dedos en el cabello de su esposo, su cuerpo entero temblando de placer.

Dante, perdido en la sensación de dominar a su hombre, sonrió al escuchar el nombre de Benjamín resonar en su mente. "Ese idiota no tiene ninguna oportunidad", pensó, sintiendo una ola de poder recorrerlo. Ambos se pertenecían, y en ese momento lo estaba demostrando de la forma más explícita posible.

Aleksei, jadeando con fuerza, apenas pudo reaccionar cuando ambos terminaron dentro de un cubículo cerrado. De un tirón, bajó los pantalones de Dante y, sin perder tiempo, lo preparó con urgencia. El ambiente estaba cargado, los gemidos de Dante llenaban el pequeño espacio mientras Aleksei se hundía dentro de él, provocando un gruñido profundo que acalló mordiendo el hombro de su amante.

—Dios... —murmuró Dante, arqueándose al sentir la invasión de Aleksei. 

Sus manos se aferraron a los hombros de su esposo mientras sus caderas se movían instintivamente, buscando más.

Aleksei, sin perder el ritmo, se sentó en la taza del váter, y Dante lo montó con desesperación, sus movimientos salvajes, como si estuviera poseído. El sonido de piel contra piel resonaba en el pequeño espacio, y las manos de Aleksei guiaban a Dante, empujándolo hacia abajo para sentir todo dentro de él.

—Más... más... por favor... —gimoteaba Dante, su voz temblando entre jadeos, sonando casi suplicante. 

Aleksei, complacido con la entrega de su esposo, aceleró el ritmo, respondiendo a cada una de sus demandas.

Las uñas de Dante se clavaban en los hombros de Aleksei, su cabeza echada hacia atrás, perdido en un torbellino de placer. No podía creer que lo estaban haciendo en un lugar como ese, en un baño público. Lo habían hecho antes en el baño de su casa, pero esto era diferente, la adrenalina de ser descubiertos solo lo excitaba más.

Justo cuando Dante estaba por pedir más, escucharon la puerta del baño abrirse y, junto a ella, la voz de Jake resonó en el aire.

—¿Dante? ¿Estás aquí?

Obligados a amarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora