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Los tres años siguientes estuvieron llenos de momentos importantes para Aleksei y Dante, entremezclando festividades y celebraciones con episodios de conflicto y tensión. A pesar de la frialdad ocasional de Aleksei, hubo muchas ocasiones especiales que compartieron y que marcaron sus vidas.

La primera Navidad juntos fue una experiencia reveladora para ambos. Dante, lleno de alegría y emoción, decoró la casa con luces y adornos, insistiendo en que Aleksei participara.

—Vamos, Aleksei, ayúdame a colgar estas luces —dijo Dante, con una sonrisa radiante.

Aleksei, con un suspiro, tomó las luces.

—No soy bueno en esto, Dante —respondió, su tono distante.

—No importa, lo importante es que lo hagamos juntos —insistió Dante, su energía contagiosa.

Aunque Aleksei se mostraba distante y poco entusiasmado al principio, la insistencia de Dante logró arrancarle una sonrisa. Esa noche, se sentaron juntos frente al árbol de Navidad, compartiendo historias y sueños.

—¿Recuerdas aquella Navidad cuando era niño? —comenzó Aleksei, su voz suave.

—Sí, me lo contaste una vez. Nunca imaginé que pudieras disfrutar tanto de esas historias —respondió Dante, acercándose más.

La Semana Santa trajo consigo una mezcla de tranquilidad y reflexión. Dante, aún joven y lleno de curiosidad, preguntaba a Aleksei sobre el significado de las festividades.

—Aleksei, ¿Qué significa realmente la Semana Santa? —preguntó Dante, sus ojos brillando con curiosidad.

—No estoy seguro, Dante. Nunca me interesé mucho en estas cosas —admitió Aleksei, mirándolo con ternura.

—Bueno, al menos podemos pasar tiempo juntos y aprender algo nuevo —respondió Dante, con una sonrisa.

El cumpleaños de Dante fue una explosión de alegría y efusividad. Aleksei, aunque poco entusiasta sobre los cumpleaños, se esmeró en organizar una pequeña fiesta para él.

—¡Sorpresa! —exclamó Aleksei al encender las luces, revelando la decoración y el pastel.

—¡Aleksei! No puedo creer que hayas hecho todo esto —dijo Dante, con los ojos llenos de lágrimas de alegría.

—Quería verte feliz —confesó el hombre de ojos cafés, sonriendo mientras Dante soplaba las velas.

Por otro lado, el cumpleaños de Aleksei fue una historia diferente. No le agradaba celebrar el suyo, pero la insistencia de Dante fue irresistible.

—Es tu cumpleaños, Alek.

—Lo sé, pero ya te dije que nunca celebro ese momento.

—Por favor, déjame hacer algo especial para ti —suplicó Dante.

El hombre de cabello casi negro se quedó callado por un momento, pero ante la cara de cachorro abandonado, suspiró.

—Está bien, pero algo pequeño —cedió Aleksei, sabiendo que no podría resistirse.

Para Dante, el cumpleaños de Aleksei era un día especial.

—Estoy tan agradecido de haberte conocido —dijo Dante, mientras le entregaba un regalo.

Sin embargo, no todo fue armonía y felicidad. La convivencia diaria trajo consigo inevitables conflictos.

—¡No entiendo por qué siempre tienes que ser tan frío! —dijo Dante, con frustración, durante una discusión.

—¡Y yo no entiendo por qué tienes que ser tan impulsivo! —respondió Aleksei, su tono igualmente tenso.

Hubo peleas intensas, donde ambos terminaban sin hablar por días y la tensión se agravaba. En una ocasión, Aleksei se fue de la casa por varios días, regresando ebrio y perturbado.

Obligados a amarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora