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EN LA MAÑANA:

Dante pudo sentir el peso del cuerpo de Aleksei, quien lo abrazaba contra su pecho. Aunque no se quejaba, era jodidamente cómodo estar entre esos grandes pectorales cálidos de Aleksei. Aleksei se acomodó de nuevo, ocultando su rostro en el hueco del cuello de Dante, quien acariciaba su gran espalda.

—No quiero levantarme, esto es demasiado cómodo —murmuró Dante, riendo suavemente.

—Yo tampoco, pero tenemos responsabilidades —respondió Aleksei, suspirando.

—¿Responsabilidades? —Dante sonrió.

—Creo que puedo olvidarlas por un rato más.

—No puedes tentar al destino —dijo Aleksei, besando suavemente el cuello de Dante.

—Sabes que ambos tenemos cosas que hacer.

Dante disfrutaba de la calidez que Aleksei desprendía, aunque podía sentir el miembro de Aleksei presionarse contra su abdomen. Ignoró eso y siguió abrazandolo, sintiéndose tan cómodo, tan reconfortante.

—¿No tienes que ir a trabajar? —preguntó Dante, intentando distraerse de la erección de Aleksei.

—Sí, pero quiero quedarme contigo un poco más —respondió él, con una sonrisa.

—Siempre dices eso —bromeó Dante, acariciando la mejilla de Aleksei.

—Eres una mala influencia.

—Culpa tuya por ser tan tentador —replicó Aleksei, besándole la frente.

Se sentían en una burbuja, como en una especie de luna de miel, pero ya había amanecido y ambos debían volver a la realidad. Dante debía ir a clases y Aleksei a trabajar. Aunque se rehusaba bastante a moverse, la erección del otro lo hacía estremecerse, no mejorando sus ganas de levantarse.

—Aleksei, necesitamos levantarnos —dijo Dante, intentando sonar firme.

—Solo cinco minutos más —murmuró Aleksei, abrazándolo más fuerte, como un oso de peluche cálido y reconfortante.

—Eres imposible —se rió Dante, intentando apartarse un poco.

—Y tú, adorablemente persistente —Aleksei le dio un suave mordisco en la oreja.

Entonces recordó la madrugada y lo inquieto y temeroso que estaba. Aleksei claramente había tenido una pesadilla.

—Pensé que ya no tendrías más pesadillas —murmuró Dante, acariciando el cabello de Aleksei.

—Yo también lo pensé —admitió Aleksei en voz baja cerrando los ojos.

Dante movió la cabeza para apartar esos pensamientos y pensó en una forma de prolongar la estadía de ambos. Después de unos minutos, una idea le vino a la mente.

—¿Te gustaría que nos bañemos juntos? —propuso sin dejarse distraer.

Esas palabras parecieron llamar la atención de Aleksei, quien finalmente abrió los ojos para mirarlo con una ceja levantada y una sonrisa de lado.

—¿Un baño juntos? Suena tentador —dijo Aleksei, sonriendo.

—Prometo que será rápido... si tú quieres —agregó Dante, mordiéndose el labio inferior.

Aleksei miró a Dante con ojos embelesados y, sin dudarlo, lo besó nuevamente. 

Fue un beso suave, profundo, tomándose el tiempo para explorar esos recónditos lugares en la boca de Dante que aún no había descubierto. Sentía a Dante deslizar sus labios hacia su cuello, listo para marcarlo con sus dientes ansiosos, lo que lo hacía endurecerse aún más. 

Obligados a amarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora