CAPÍTULO 8

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Volvernos a ver

HAILEY (18 años)


Entramos al lugar y aunque no hay mucha gente, se puede sentir el olor a cerveza rancia, cigarro, madera húmeda y en el fondo la música de rock antigua.

Helena me mira mientras caminamos y nos tropezamos con un chico, él nos sonríe y ambas nos miramos y reímos, coquetear es algo muy común en estos sitios, nunca había venido, Jazmine le metió a mi padre en la cabeza que este lugar está lleno de adolescentes borrachos y drogadictos, ellos tampoco han estado aquí, pero siempre escucho del lugar y en unos mese me iré a la universidad y es el único lugar que siempre he estado aquí y no conozco.

Cuando ya están dentro doy una mirada y entonces lo miro, mi corazón se paraliza igual que todo mi cuerpo, Helena lo nota y sigue mi mirada.

Vincent Bourg, ya es un chico bastante mayor, aunque sigue igual de delgado como la ultima vez que lo recuerdo y su cabello rizado tapa sus ojos negro, ahora esa pelusa sobre su labios es mas definido y lo acompaña un sombra de barba, el habla con algunos de los chicos que se acercan a la barra y mi corazón casi se me sale cuando su mirada ve hacia nosotras.

— ¿Es el? — susurra Helena en mi oído y yo la miro.

No hablo pero por mi sonrisa estúpida ella sabe que si es el.

Además, todos lo conocen, Vincent es el único hijo de Artur Bourg dueño del Benavides Bar & Café, el sitio más antiguo y famoso de la ciudad.

— Busquemos donde sentarnos — dice ella y me doy valor para caminar, tratando de ignorar la presencia de Vincent, pero las piernas parecen gelatina, enredo mi brazo al de mi amiga como apoyo y ella me sonríe.

Buscamos un lugar que esté vacío y nos sentamos, yo dándole la espalda a la barra porque se que el esta ahi. No quiero que note que toda la cara me arde y estoy segura que es por el sonrojo por la vergüenza de su presencia, quizás el no me recuerde es tonto pensarlo, hace mucho tiempo de nuestro ultima encuentro.

— No quiero que te pongas nerviosa, pero viene hacia nosotras — dice mi amiga mirando sobre mi cabeza.

Mi corazón se estrella contra mi pecho y de los nervios coloco mi cabello detrás de mis orejas.

— Buenas noches señoritas necesito ver sus identificaciones — la voz no es igual a la última vez que me habló, además parece algo arrogante.

— Ambas somos mayores de edad, — atacó mi amiga — pronto iremos a la universidad.

— Sus identificaciones — insiste él y Helena estuvo a punto de volver a quejarse cuando yo la tomé por el brazo.

— Si, claro — digo yo y busco la mía en mi bolso cruzado, se la entregó, el no me mira, solo ve lo que le entregó, Helena hace lo mismo con mala gana.

— Les informo — habla el inspeccionando como si fuera un agente policial nuestras identificaciones — que si son menores de edad y esto es falso, tendrán que irse.

Ambas nos miramos sorprendidas.

— ¿Qué? — pregunta helena, yo me siento algo decepcionada.

Pensé que quizás, él recordara quien era yo. Fui estúpida.

Nos regresa nuestros documentos.

— Voy a suponer que no son falsas — dice — y ustedes no mienten, ahora: ¿Qué van a tomar?

Helena y yo nos miramos

— Cerveza — decimos al mismo tiempo y reímos.

El se va y Helena lo mira.

— Es sexy, pero idiota — dice y yo niego con la cabeza.

Ella me sonríe.

— ¿Ahora que hacemos? — pregunta y yo miro al fondo del lugar.

— Hay mesas para jugar pool — le digo señalando las, ella mira hacia el lugar y luego me mira otra vez.

— ¿Sabes jugar pool? — me pregunta y niego con la cabeza — y entonces? — parece preocupada.

— No se — río y me levanto, arreglo mi cabello y entonces ella me mira con picardía.

— Vamos por él — dice sabiendo que aunque nos sabe cómo conocí a Vincent, ella estuvo la última vez que él y yo nos vimos, siempre me dijo que le parecía lindo, aunque es tarde Jasmine discutió con él y por eso deje de verlo.

Exhalo y caminó hasta la barra.

No me siento muy valiente cuando Vincent me va caminando hasta ahí, él sigue sirviendo las cervezas.

Apoyo mis manos en la barra y me inclino, mis grandes senos se plantas con la madera y sin poder evitarlo él mira hacia abajo, luego su mirada sube a mis ojos con rapidez. Aunque no muestro ninguna mirada lasciva como la del resto de los chicos, siento que me arde la cara y trato de esconder mis senos.

— ¿Cuánto la mesa de Pool? — mi voz sale aún más baja de lo normal, su mirada es muy penetrante y me pone los nervios de punta

Sin dejar de mirarme se inclina en la barra, se acerca demasiado, me levanto y sonrió nerviosa.

— Para ti, son 5 la hora mas dos cervezas, niña — nos miramos y santo que sonrió como idiota.

Si me recuerda.

Las manos me tiemblan cuando busco en mi bolso el dinero, y suspiró sintiendo que me falta el aire a los pulmones. Le entregue el dinero y él me entrega las botellas de cerveza.

— No recibas bebidas de nadie más, yo te las llevaré a ti y a tu amiga, ¿entiendes Hailey? — dice antes de que me vaya y asiento a lo que me dijo.

Estoy que brinco de la emoción.

Se que es tonto decirlo, pero tengo un enamoramiento por Vincent desde que lo vi esa tarde bajo la lluvia. Luego de esa vez no se me acercó, pero están ahí, no se si siempre, porque en ocasiones cuando estaba acompañada no miraba a los lados buscando, pero si se que cuando me tocaba cruzar sola la ciudad él estaba. Solo fueron algunos meses hasta que Jasmine se dio cuenta y lo enfrentó, él nunca le dijo nada, nunca habló sobre esa tarde, aún tenía su franela y la conservo como un tesoro.

Han pasado algunos años, y he escuchado muchas historias sobre él, que contrabando el licor de su padre, que consigue droga a los chicos en los colegios, que se burla de las chicas menores, que abusa de ellas y luego las amenaza.

Vincent no es el chico malo, si no lo pero que le puede pasar a cualquier chica, y aun asi me gusta. Mi amiga Helena conoce de esa historia mas no se la sabe toda, ella cree que cuando Jazmín lo enfrentó iba detrás de mi hermana, luego le dije que me parecía lindo y a ella también le gusto.

Regreso con mi amiga con una sonrisa en la boca.

— ¿Qué te dijo? — me pregunta mientras se levanta y vamos hacia nuestra mesa a "jugar".

— Dijo que él mismo nos traerá las cervezas y que no aceptemos nada a nadie más — respondo y entonces Helena toma su cerveza mientras lo mira.

Yo hago lo mismo.

— Es controlador y posesivo — dice ella y yo sonrío mientras bebo mi cerveza — me siento excitada.

Ambas reímos.

Ambas reímos

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