CAPÍTULO 10 - SILENCIOS ROTOS Y MIRADAS COMPARTIDAS

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Ya era de noche, no muy tarde y Keigo y Toya caminaban por las calles de la ciudad. Las farolas iluminaban gran parte del camino, los establecimientos cerraban y la carretera estaba infestada de coches que volvían a sus casas después del día de trabajo.

Durante parte del camino, ninguno dijo nada, había cierta tensión, apenas habían podido estar a solas desde que se reencontraron. Keigo no sabía bien que decir, todavía estaba algo confuso, durante estos años, pensó que si volvía a ver a Toya lo odiaría, pero cuando lo volvió a ver, aunque una chispa de molestia y enfado había subsistido en él, realmente era incapaz de odiar a nadie. Era cierto que la relación no era la misma y aunque Rumi le había dicho que no apoyaba la idea, Keigo quería al menos volver a mantener una relación cordial con Toya, incluso, ser amigos, como le dijo a Shoto.

Por su parte, Toya se sentía nervioso, estar a solas con Keigo era algo que lo alteraba, sabía que su relación actual era algo tensa, aunque había cierta cordialidad, mas de lo que el mismo Toya pensaba que se merecía, pero lo que sentía por Keigo nunca se había esfumado, estos años trató de ocultarlo u olvidarlo para que fuese todo mas fácil para él y sus hermanos, pero al verlo y tras la conversación con Tenko en el bar, sabía que seguía enamorado de él, aunque ahora mismo fuese totalmente imposible retomar esa relación. Toya se conformaba con mantener una amistad, aunque la sombra de la culpa sobrevolaba su cabeza al no haber sido cien por cien sincero con Keigo, por la razón de no haberse contactado con él en todos estos años.

—Entonces... —Keigo fue el primero en romper el hielo —¿de verdad vas a ir a la Universidad Central?

—Si, es la mejor en lo que quiero estudiar, además no quiero salir de la ciudad, no quiero dejar a mis hermanos solos —contestó Toya metiendo sus manos en sus bolsillos y mirando al cielo.

—Lo entiendo... entonces nos veremos muy a menudo —Keigo sonrió, mientras agarraba su teléfono y miraba la pantalla para rápidamente volver a guardarlo. Ese gesto atrapó la atención de Toya, que ya había visto otras veces, y cada vez que veía a Keigo haciendo eso le daba la sensación de que lo hacía para ver cuánto tiempo quedaba para no estar cerca de Toya.

El pelirrojo se mordió el labio molesto, pues pensaba que Keigo no quería estar a su lado y que hacía todo eso forzado por la situación. Toya quería decirle algo o al menos preguntarle si estaba cómodo con él, pero no se sentía en posición moral para decirle eso.

—Si... supongo... —Toya lo dijo de forma algo seca, pues interpretó esa frase mas como molestia de Keigo que como observación.

Tras eso volvieron a quedarse en silencio, haciendo que el ruido de los coches llenase todo el ambiente. Keigo, cada pocos minutos echaba ojo a su teléfono, miraba la pantalla unos instantes y luego lo guardaba, a la sexta, la paciencia de Toya se acabó y con cierta molestia alzó la voz.

—¡¿Se puede saber...?!

Justo en ese momento una camioneta se acercaba a ellos con gran velocidad, Toya que pudo verlo, agarró a Keigo del brazo y con cierta fuerza lo atrajo hacia él, estampándolo contra la pared y poniéndose delante para protegerlo con su cuerpo, cuando la camioneta pasó a su lado casi rozando la espalda de Toya, al mismo tiempo que el conductor les gritaba y hacía sonar el claxon.

Durante un momento los dos chicos se quedaron sin respiración, Keigo contra la pared mirando el pecho de Toya, notando su corazón latir a mucha velocidad, notando las manos de Toya rodeando su cuerpo y las mismas manos de Keigo apoyadas en el pecho de Toya, a su vez, el pelirrojo prácticamente pegado al rubio también respiraba con dificultad todavía asustado por lo que acababa de pasar, sin llegar a ser consciente de que tenía a Keigo entre sus brazos contra una pared.

Porque Te Fuiste (Dabihawks)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora