CAPÍTULO 49 - ENTRE EL AMOR Y LA RABIA

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Kai salía de la comisaría, lo habían vuelto a llamar para rellenar unos papeles y para advertirle de que el hombre al que agredió en su trabajo lo había vuelto a denunciar, pero gracias a los testimonios de alguno de los compañeros, se pudo demostrar que la agresión de Chisaki fue en defensa propia, por lo que le quitaron los cargos de agresión.

Al salir, Geten lo esperaba y cuando le contó todo, una gran sonrisa se formó en sus labios. El peliblanco sintió el impulso de abrazarlo, pero se contuvo, gesto que Kai miró con cierta molestia, y sin decir nada, metió las manos en los bolsillos y comenzó a caminar, uniéndose a su lado Geten.

Durante la caminata, Kai sintió el impulso de poner a Geten contra una pared y besarlo de la forma mas ruda y pasional que se le ocurriese, pero debía reprimirse por su pareja. Cada vez le costaba mas cumplir esa petición.

Spinner caminaba a paso rápido, con los puños apretados, mientras que tras él, Tenko lo seguía.

—Shui... por favor, déjame explicártelo, no es lo que piensas...

—Tenko, mejor cállate y no me sigas...

El peliceleste se detuvo, apretando el puño y miró atrás, Aizawa iba detrás de él a cierta distancia. Aquel accidentado encuentro entre los tres a la salida del bar, acabó con Spinner huyendo casi a toda prisa. Y ahora el pelimorado avanzaba, no quería hablar con Tenko y menos cuando lo había visto salir de un bar con Aizawa.

—Shui...

Spinner se detuvo, estaba cansado de todo.

—¡¿Qué mierdas quieres?! —gritó dándose la vuelta para enfrentar a Tenko —no ha pasado ni una semana desde que cortamos y ya te estás viendo con él.

—Shui, por favor, no es lo que piensas, él me llamó...

—Ah, claro... y si él te llama tú vas con el culito preparado, ¿eh? —dijo lleno de rabia.

Tenko agachó la cabeza algo humillado.

—Oye —la voz potente de Aizawa resonó —está bien que te enfades, pero no es razón para humillarlo.

—Tu mejor no te metas, imbécil —respondió Spinner con rabia.

Aizawa alzó una ceja.

—¿Imbécil? —repitió el profesor algo incrédulo por lo que había oído.

—Si, eso es lo que eres, un imbécil, que te gusta entrometerte en las relaciones de los demás, y sobre todo meterte con alumnos... malnacido.

Aizawa sonrió, claramente perdiendo poco a poco su paciencia.

—Shui, por favor, hazme caso, él y yo no...

—Tenko, ya por favor, es suficiente, no quiero saber nada mas de ti ni de él ni de nada —Spinner volvió a caminar alejándose de ellos.

Algo mas cansado de todo esto, Aizawa avanzó unos pasos y agarró del brazo al chico de los tatuajes, haciéndolo mirar hacia él.

—Oye, puto mocoso, escucha lo que tiene que decirte —le dijo con una voz profunda.

—Suéltame o...

—¿O qué? ¿quieres que te vuelva a dejar la cara hecha mierda?

Spinner gruñó y trató de soltarse, pero la fuerza del profesor era superior a la que él podía pensar. Aizawa aumentó la fuerza de su agarre y Spinner cayó de rodillas y soltando un leve quejido.

—S-suéltame... mierda...

—¡Shui!

Tenko se acercó y se puso de rodillas delante de Spinner, Aizawa lo soltó, por lo que ambos quedaron de rodillas frente a frente.

—Tenko, por favor... ya basta —las lágrimas comenzaron a salir de los ojos del chico tatuado.

—Shui, por favor, solo escúchame... —Tenko lo sujetó de la cara —Aizawa-sensei y yo no somos nada, él me llamó porque quería disculparse conmigo y contigo por todo lo que pasó y todo el malentendido y todo el error que yo cometí.

Spinner alzó levemente la mirada hacia el peliceleste.

—Es todo mi culpa, yo... vi cosas donde no había y por mi maldita tendencia te hice daño... —Tenko lo miraba y hablaba de forma tranquila, aunque se notaba que poco a poco dejaba escapar algunos quejidos y sollozos. Su maldita promiscuidad le estaba costando muy caro ahora, justo frente a la persona que mas quería.

—Pero él te gusta...

—Si, me gusta... al igual que me gustan otros hombres... pero al único que yo quiero es a ti...

Spinner bajó la cabeza, aun llorando.

Aizawa se acercó y le puso una mano en la cabeza al pelimorado.

—Chico, hazle caso y escúchale... no seas tonto.

Tras eso, el hombre de pelo largo hizo un gesto de despedida y se fue de allí, dejando a la pareja a solas en medio de la calle.

Esa noche, Toya pensaba mientras el agua de la ducha recorría su cuerpo, aun sentía en sus manos la piel caliente de Keigo, pues no supo que pasó ni como fue que acabó encima de él haciéndole cosquillas. Cada vez que durante el trayecto a casa con Shoto quería pensar en que momento pasó eso no lo recordaba, había sido tal la comodidad de aquel momento y la seguridad que se había dejado llevar. Por un momento había retrocedido cuatro años en el tiempo.

Bajo él, miró las palmas de sus manos, movió sus dedos, por un momento volvió a sentir la piel de Keigo, su tacto suave, su cintura. Sin darse apenas cuenta de que su propio cuerpo empezaba a calentarse, empezó a respirar agitado y lo que tenía entre las piernas comenzaba a hincharse y tensarse, y finalmente una última imagen de Keigo en ese sofá, tumbado, bajo su cuerpo, con las mejillas rojas por reírse, la camiseta levemente subida dejando a la vista parte de su vientre y ese pantalón corto, que al subirse mostraba sus piernas suaves. Toya apoyó una mano en la pared de la ducha, y la otra la llevó a su entrepierna, agarró su miembro y con movimientos suaves comenzó a masturbarse.

Porque Te Fuiste (Dabihawks)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora