Toya estaba en el baño, sentado en uno de los retretes. Sus manos tapaban su cara que sudaba, incapaz de contener las bocanadas ahogadas de aire. Una presión en el pecho lo hacía sentirse atrapado en ese cubículo; sentía que el espacio se reducía, y en su mente solo aparecían las palabras de Keigo y esos ojos que lo miraban con decepción.
Empezó a hiperventilar. Su garganta ardía y comenzó a sentir que le costaba respirar; daba bocanadas de aire, pero él sentía que algo obstruía sus conductos respiratorios. De nuevo, como aquella tarde lluviosa, la voz de su padre apareció en su cabeza.
<Eres la vergüenza de la familia>
<Me das vergüenza ajena>
<Eres una decepción>
Toya se llevó las manos al cuello, sintiendo que cada vez se ahogaba más y más. Cayó de rodillas en el cubículo, apoyó sus manos en la puerta, golpeándolas, tratando de llamar la atención de alguien, pues necesitaba ayuda. A los pocos segundos, unos pasos entraron en el baño, por lo que golpeó más fuerte, y entonces la puerta del cubículo se abrió. Antes de desmayarse, Toya pudo ver la cara de Aizawa.
A la hora de salir, Tenko esperaba a Toya en la entrada. Estaba algo impaciente porque, desde que lo vio a la hora de comer y después de que se fuera tan apresuradamente, no lo había vuelto a ver.
Mientras lo esperaba, Keigo y Rumi salían por la puerta. Al verlos, Tenko se acercó.
—¿Habéis visto a Todoroki?
—No —dijo Keigo—, desde la hora de comer, no.
Tenko suspiró y lo llamó por teléfono, pero nadie respondía.
—Mierda...
—Seguro se ha quedado dormido en clase —dijo Rumi—, o está con Aizawa-sensei. Seguro le está poniendo al día con las clases que ha faltado y no le dejará tomar las llamadas.
Keigo no había dicho nada, pero empezó a preocuparse un poco.
—¿De verdad no sabes nada de él?
—Sí, desde la hora de comer no lo he visto...
Por un momento, Keigo sintió que una ola de frío le cubría el cuerpo, pensando en lo que pasó a la hora de comer, lo que le hizo alterarse un poco.
En ese momento, mientras hablaban, una mujer vestida con un vestido largo y morado entraba en la universidad. Su cabello azul con mechas rosas ondeaba con el fino viento que corría por los pasillos. Caminó hasta la enfermería y, sin siquiera llamar, abrió la puerta y entró. Allí dentro, Aizawa estaba sentado en una de las sillas, y Toya inconsciente en una camilla.
—¿Qué ha pasado? —preguntó la mujer.
—Ha sufrido un ataque de pánico.
La mujer lo miró.
—No me extraña. ¿Sabes que ha vuelto a la ciudad?
Aizawa la miró.
—Algo había oído.
—De momento, no se ha puesto en contacto con ellos, ni se ha acercado, pero será cuestión de tiempo —comentó la mujer.
—Pensaba que tenía una orden de alejamiento.
—La tiene, pero ¿acaso una orden de alejamiento va a parar a Enji Todoroki?
Aizawa suspiró.
—Supongo que no.
La mujer miró a Toya y se recostó en una de las mesas. Suspiró y se atusó el pelo.
—Había pensado en advertirle de que su padre está en la ciudad, pero está visto que todavía no está recuperado mentalmente de todo aquello, por lo que creo que sería mejor no decirle nada por ahora.
Aizawa la miró.
—¿Estás segura?
—Por supuesto que no, pero si se entera de que su padre está aquí, puede colapsar.
—Ja —rió Aizawa mirando a la mujer—, la poderosa Nagant dudando... lo nunca visto.
—No uses mi nombre de los juicios. Soy Kaina Tsutsumi, conocida en el gremio como "la Despiadada Lady Nagant". Nunca he perdido un juicio, y este no ha sido la excepción. Les conseguí a estos niños todo: la casa, una indemnización, la custodia de sus hermanos pequeños, una orden de alejamiento...
—Pero no pudiste meter a su padre en la cárcel —recalcó Aizawa.
Nagant lo miró alzando una ceja.
—Eso está en proceso todavía. Lo teníamos todo: las pruebas y los testimonios de los niños, pero el muy bastardo consiguió que ese juicio saliese nulo, porque supuestamente uno de los agentes encargados de detenerle había participado en una partida de cartas clandestina, y eso embarraba todo... maldito juez de mierda...
—Sabes que Todoroki compró a ese juez, ¿no?
—Claro que sí, pero no tenía pruebas... en fin, solicité una revisión y llevamos en espera todo este tiempo...
Tras unos minutos, Nagant agarró su maletín y se acercó a la puerta.
—No le digas que estuve aquí y no le digas nada de Enji.
—Ok, ok...
Tras eso, la mujer salió de allí, cruzando la puerta de la entrada, donde Tenko aún aguardaba la llegada de Toya.
Poco después, Toya despertó, incorporándose en la camilla a toda velocidad, respirando fuerte, confuso y algo desorientado.
—¿Do-dónde estoy?
Aizawa se acercó y le puso la mano en el hombro.
—Todoroki, tranquilo, estás en la enfermería. Te desmayaste en clase...
Toya intentó pensar. Su mente ahora era un desastre, pero poco a poco comenzaba a asentarse, y el recuerdo de desmayarse en el baño se convirtió en un recuerdo de haberse desmayado en clase.
—Oh, lo siento mucho... no quería interrumpir la clase.
—No te preocupes, ¿te encuentras mejor ahora?
Toya suspiró, mirando internamente, para darse cuenta de que se encontraba bastante bien.
—Sí, estoy bien.
—Me alegro. Cuando te sientas mejor, puedes irte a casa.
Tras eso, Aizawa abandonó la enfermería. Toya agradeció un momento a solas. Se tensó un poco al recordar la razón de su desmayo; aún sentía ese peso en su pecho. Sabía que había sido un estúpido y que debía tratar de arreglar las cosas, ya que no podía recuperar a Keigo, al menos no quería que estuviese enfadado con él.
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Porque Te Fuiste (Dabihawks)
FanfictionCansado de los abusos por parte de su padre, Toya, con ayuda de su hermana, deciden denunciarlo a las autoridades. A partir de ahí, guiado por una abogada, Toya y Fuyumi luchan por la custodia de sus hermanos. Ese proceso duró cuatro años, cuatro añ...