CAPÍTULO 2 - EL PESO DEL SILENCIO

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Tras acabar su jornada en el bar, Toya, junto a Shoto volvían a casa, tomando el mismo camino por donde habían venido. La conversación con Toga le había hecho abrir los ojos, y es que era verdad, hace cuatro años, se fue sin decirle nada a nadie, ni a sus amigos, ni sus profesores, ni siquiera a Keigo, simplemente un día se fue. Toya recordó el dolor de aquel momento, pero Tsutsumi-san, la abogada que llevó todo el juicio contra su padre y la adquisición de la custodia de Shoto y Natsuo les dijo que el pasado de Toya podría traer problemas para solicitar la custodia, por lo que debían dejar todo atrás, y en ese momento, Toya hizo lo que creyó que era correcto, poner a su familia por delante de todo.

Se juró a él mismo que cuando todo estuviese mas calmado lo llamaría y se lo explicaría todo, pero el tiempo pasó y pasó, las llamadas de Keigo llegaban, pero Toya se veía incapaz de enfrentarlo, debía centrarse en la defensa del juicio, hasta que las llamadas empezaron a reducirse hasta que de repente cesaron. Muchas veces tuvo Toya en la mano el teléfono y el número de Keigo pulsado, pero nunca se atrevió a llamar por miedo a la respuesta, por lo que poco a poco se fue olvidando. La mentira que le dijo a Keigo de que había perdido su numero aun le ardía en la garganta.

Al hablar del tema con Toga, Toya buscaba de alguna forma aligerar su carga, pero fue todo lo contrario, durante todo este tiempo Toya cargó con ese peso de abandonar a Keigo de aquella manera, de forma cruel y rastrera y por cobardía no lo enfrentó en su momento. Había tratado de ocultar esos sentimientos de culpa, y parecía que los tenía controlados, pero no pensaba encontrarse con Keigo en este momento. Es mas, no se atrevió a buscarlo cuando regresó a la ciudad.

Toya pensó en volverse a pasar por la tienda donde trabajaba Keigo para disculparse o al menos dar una explicación, y durante unos instantes se llenó de valor para hacerlo, pero a pocos metros de la tienda, pudo ver a una chica corriendo desde la dirección opuesta, Toya la reconoció al instante. Era Usagiyama, la mejor amiga de Keigo hace cuatro años, su piel oscura y su cabello blanco y larguísimo eran inconfundibles. Cuando los ojos de Rumi vieron a Toya se quedó estática, su cara reflejaba un batiburrillo de emociones, pero al que sobresalió fue el desprecio, girando la cara entró en la tienda de Keigo, viendo Toya perdida su oportunidad de hablar con él.

Shoto, al ver que Toya se había detenido lo miró, también pudo ver cierta tristeza en su rostro.

—Toya... ¿estás malo?

Toya suspiró y acarició la cabeza del pequeño.

—No, es solo que estoy cansado...

—Oh... —Shoto miró al frente —mira la tienda de Keigo, ¿podemos ir a ver si me regala otro helado?

—Shoto... mejor no... no está bien abusar de la confianza de la gente... —dijo sintiendo la ironía en su voz.

—Vale... —Shoto agachó la cabeza.

—Pero tranquilo —Toya se arrodilló y le sujetó la cara —en casa tenemos helado de fresa y hoy cenamos soba.

La cara del niño se iluminó y comenzó a saltar, agarró de la mano de Toya y empezó a arrastrarlo.

—Vamos, vamos a casa...

Toya suspiró y con una fina sonrisa se dejó llevar por el pequeño, no sin antes, al pasar frente a la tienda, girar la cabeza, justo para ver como Rumi y Keigo miraban al exterior, cruzando sus tres miradas. Toya sintiéndose pequeño, apartó la vista y se dejó llevar por el niño.

—No parece el mismo... ha cambiado mucho —dijo Rumi al ver como Toya los miraba y rápidamente giraba la cabeza y se iba.

—Si... ya no se tiñe el pelo de negro y se ha quitado todos los piercings que tenía —añadió Keigo que suspiraba.

Porque Te Fuiste (Dabihawks)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora