6. Hasta pronto

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|ANGIE|

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|ANGIE|

Me dispongo a hacer mi maleta y saco de mi armario unas pocas prendas de vestir, pues por lo que me dijo Paula, estaremos fuera durante tres días. Al parecer esa revista quiere que saque fotografías del espectacular jardín de una casa y, también de otros paisajes naturales que hay en la zona: esto en diferentes tiempos del día. Y aunque me alegra poder apoyarla, no dejo de sentirme un poco presionada con la situación.

No dudo del talento de mi amiga, ya que he visto lo que hace y puedo decir que las mejores fotos que tengo en mis perfiles, han sido gracias a ella. Pero temo a la idea de no ser la asistente que espera y, me da pavor pensar que no pueda serle útil.

«No quiero ser una carga a la que le pague».

Intento no pensar en eso y me aferro a la idea de esforzarme, para compensar que ella me diera ese adelanto que pude enviarle a mamá: al menos aun sostengo la mentira de que no estoy desempleada.

—Hola...

Doy un salto y me giro encarando al dueño de esa voz.

—J-Jack, ¿Ahora fuerzas cerraduras o qué? —pregunto tratando de controlar mi pulso acelerado.

Sonríe abiertamente y de pronto presiona sus labios en un corto beso que me deja estática, asombrada.

—La partera me abrió la puerta —avisa y siento sus manos acariciando mi espalda por sobre la tela de la blusa.

—¿Y esa maleta? —pregunta enfocando su atención en las cosas sobre la cama.

Me mira y por alguna razón me cuesta encontrar mi voz.

—M-Me voy con, Paula —aviso en voz baja.

Frunce el ceño y su expresión se congela por la seriedad.

—¿Adonde?

—Me voy a trabajar con Paula unos días —esclarezco.

Su expresión se suaviza y una sonrisa de alivio curva sus labios.

—Por un momento pensé que te ibas para siempre —dice y sus labios se unen en un beso lento que me resulta irresistible de seguir.

Me dejo llevar, ignorando la voz en mi cabeza, que trata de hacerme recordar lo poco definida que se encuentra nuestra situación. Pero no quiero arruinar esto. Por un momento me permito disfrutar, aunque eso represente equivocarme y que luego tenga que pasarla mal olvidándolo.

Siento sus manos acariciando mi espalda baja por debajo de la blusa y rodeo su cuello con mis brazos. Ni siquiera la falta de oxígeno logra separar nuestras bocas, que se devoran entre sí, mientras sus brazos me aprietan más contra él. Lo atraigo también en un intento desesperado por terminar con la distancia entre nosotros, mientras sus manos descienden por mi trasero y levantan mis piernas haciendo que le rodee la cintura.

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