12. Perseguidor misterioso

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|ANGIE|

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|ANGIE|

Me acomodo sentada en uno de los bancos frente a la isleta de la cocina, viendo que la Sra. Daphne se mueve de un lado a otro preparando mi cena. Le insistí en que me permitiera ayudarla con la limpieza, pero se negó. Es una mujer un poco terca, pero muy dulce y simpática. No niego que es agradable recibir esta clase de atenciones, pero me da un poco de pena debido a lo poco que estoy haciendo en la casa.

No sé cómo llamarle a esto, pero estoy segura de que la palabra trabajo no podría describir la labor que desempeño durante el día. Lo único que espero es que cuando el Sr. Ferdinand regrese también se dé cuenta de eso y sea él, quien me despida.

«Sigue sin gustarme pasar tiempo sola aquí».

Tomo un sorbo de agua del vaso, mientras observo la oscuridad de la noche a través de las amplias ventanas.

—¿En dónde está Lily? —pregunto notando su ausencia.

La Sra. Daphne sonríe y alterna su mirada entre el filete en el sartén y yo.

—Tenía la tarde libre.

—¿Lleva mucho trabajando con usted?

—Desde hace un año —contesta colocando un poco de ensalada en el plato—, decidió abandonar la preparatoria, así que tuvo que venir a trabajar conmigo.

—Imagino que tiene novio.

—¿Quién? —pregunta asustada.

Sonrío divertida.

—Lily —aclaro haciéndola reír.

—Sí lo tiene, es justamente él quien viene a recogerla —dice con una sonrisa, mientras coloca el jugoso filete de carne sobre mi plato.

—¿Y qué hay de usted? —pregunto observando el vaso de cristal entre mi mano.

Libera un largo suspiro.

—Mi esposo falleció hace algunos años, él también trabajaba aquí.

—Lo siento —digo notando la nostalgia en su expresión.

—No se preocupe, fue hace mucho —contesta sonriendo y coloca algunas patatas horneadas en el plato.

—Imagino que ustedes conocieron a la familia Roosevelt —insisto demasiado curiosa sobre el tema.

Por suerte esta vez no se le cae nada de las manos, aunque la tensión se percibe en el ambiente y el nerviosismo se vuelve evidente en su expresión.

—N-No...

—¿Y qué hay de sus hijos? ¿Conoce alguno?

Me mira rápido y deja de servir la comida enfocando su atención en mí.

—Señorita, me gustaría responder a sus preguntas, pero tenemos prohibido hablar de ese tema.

—¿No pueden hablar sobre los dueños de este lugar?

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