17. Amor a la distancia

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|ANGIE|

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|ANGIE|

Le supliqué que me dejara ver a la idiota de Paula, pero su negativa fue tajante al pedirme que al menos mostrará un avance con Armin. Me advirtió que no le revelará a nadie sobre sus planes, pues aparte de querer que abandone un hijo, también quiere que lo enamore con engaños. ¡Está loco de remate! Me adentro en la habitación, cerrando la puerta de golpe y camino rápidamente hacia la cama, deseando poder dormir y despertar solo cuando esta pesadilla haya terminado.

Una vez mi cabeza toca la almohada, me abandono al llanto y el silencio se llena con mis sollozos desgarradores. El miedo susurra toda clase de cosas horribles en mi mente, mi cuerpo tiembla entre las sábanas y maldigo miles de veces haber venido a este lugar.

«¿¡Ahora qué se supone que haga!?».

Pronto escucho unos golpes en la pared y salgo del horror de mis pensamientos para mirar en dirección al agujero que conecta con la otra habitación. Trato de controlar mi llanto, consciente de que mis sollozos se deben estar escuchando hasta la habitación por toda la segunda planta.

Me acomodo sentada y veo que hay dos notas. Aunque odio todo esto, no soy capaz de enojarme con Armin, ya que él también es otro prisionero, cruelmente usado para los propósitos ambiciosos de ese viejo.

«Pero quizá pueda ayudarme de alguna forma».

Me levanto de la cama, me acerco a la ventana en la pared y me siento de rodillas y bajo la cabeza, observando un biombo que obstruye la vista del resto de su habitación. Pero lo que más me frustra es no poder ver a la persona que se encuentra allí.

«¿Por qué se oculta?».

Me guardo mis preguntas para después y, sin remedio, tomo las notas del piso y las leo:

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¿Por qué estás triste? ¿Te hicieron algo?

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Por favor, dime: ¿Qué te pasa?

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Me acerco más, apoyo mi cabeza contra la pared y me cubro la boca con la mano para silenciar mis ganas de llorar.

—N-No me pasa nada —miento con la voz quebrada, mientras tengo presente las advertencias de ese viejo infeliz.

«No puedo decirle nada acerca de sus planes».

—Solo extraño un poco a mi familia.

El silencio me abandona en el tormento de pensar en las cosas horribles que debo hacer si quiero mantener con vida a mi familia y a Paula... Pronto veo que deja otra nota. Introduzco la mano para tomarla, pero en ese instante me congelo al sentir el cálido contacto de unos dedos que sujetan rápidamente mi mano en una tímida acción de calmarme. Doy un salto, asustada y miro el suave agarre.

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