25. Salvaje

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|ANGIE|

Tienes que hablar con Jaden.

La voz de Paula resuena en mi mente, sus palabras reverberan como un eco inquietante mientras observo las imágenes a través de la computadora. Las preguntas invaden mi mente, entrelazándose con el miedo. No entiendo nada, no conozco a ningún Jaden.

Llámalo por su nombre por la noche y podrás hablar con él...

Cada vez que recuerdo eso, un escalofrío me recorre la espalda. Aunque me duele admitirlo, creo que Ferdinand tiene algo de razón con respecto a la salud mental de Paula. Tal vez el encierro y lo ocurrido con su dedo la están afectando más de lo que pensé.

«Tengo que sacarla de allí».

Doy un salto cuando Armin me toma de la mano, encontrándome con su mirada atenta. Solo entonces me doy cuenta de que no estaba viendo la pantalla de la computadora, así que sonrío, tratando de ocultar mi estado de ánimo.

—No tenía miedo —miento, haciéndolo sonreír divertido.

Me dirige una mirada incrédula y sonríe.

—Bueno, tal vez un poco. ¿Qué vas a hacer al respecto?

Veo cómo sale de la película y me muestra el catálogo de romance, mirándome de esa forma dulce que tanto me gusta. No puedo creer que se vaya a sacrificar de esta manera. Pero no digo nada y me acerco a él, viendo cómo desciende despacio a través de la pantalla, mostrando la gran diversidad de películas y series. Por fin veo una que me llama la atención y la elijo, enseguida sintiendo un poco de arrepentimiento...

«Mierda, es una película erótica».

(***)

La incomodidad se respira en el aire, palpable y densa. A veces pienso que la calefacción está dañada, pues el ambiente se ha vuelto tan caliente como el infierno. Pero cuando veo la pantalla de la laptop y miro a la persona que tengo al lado, recuerdo la causa de mi calor...

Los gemidos de la protagonista resuenan en mis oídos, las imágenes se vuelven cada vez más explícitas. Conforme la escena avanza noto el cambio de color en el rostro de Armin, luce un poco nervioso y por alguna razón, no me mira; su vista permanece clavada en la pantalla de la computadora. Está sudando, y no se mueve, ni siquiera para comer más palomitas o beber soda.

«Creo que no fue buena idea ver esta película».

El chico de la película desliza su lengua hacia la parte baja del vientre de la chica y el resto de la escena me provoca unas ligeras ganas de enterrar mi cara en la tierra, como un avestruz. La incomodidad, mi calor aumenta justo en la zona donde el chico está besando a la chica. Ella libera un grito, arrugando las sábanas de la cama y tengo que beber un poco de soda tratando de asimilar esas imágenes.

Por el rabillo del ojo, miro a Armin. Sus ojos observan con mucha atención la escena y me pregunto: ¿Qué estará pensando? Por un segundo la situación me provoca ganas de reír, pero me esfuerzo para mantenerme callada y no llamar su atención.

Mi vista baja a su entrepierna en donde casi puedo ver su erección levantada. No puedo culparlo por ello debido a lo graficas que son las imágenes, por momentos me siento tentada a empeorar su situación. Llevando acabo mi plan, tomo una palomita y la acerco a su boca. Eso lo saca de su ensueño. Al sentir la palomita junto a sus labios, por fin, reacciona. Abre la boca y se la come, mirándome con cierta timidez, mientras los gemidos de la chica resuenan en nuestros tímpanos.

—¿Te gusta?

Parpadea rápido y mira la escena sexual en la pantalla, asintiendo despacio con evidente incomodidad, haciéndome sonreír divertida.

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