Durante toda su vida el encierro y la soledad fueron sus únicos amigos, hasta que encontró a una persona valiente que se atrevió a hacer algo peligroso: amarlo. El amor era la única salvación para Angie, quien fue en busca de una salida a sus proble...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
|ANGIE|
Llevo una pastilla rápidamente a mi boca. Es un calmante. Desde el día anterior he estado tomando las pastillas que le robé a la Sra. Daphne, las cuales me han ayudado a mantener la calma y poder dormir. Tras beber un poco de agua, abandono la pequeña cocina y me dirijo hacia el vestidor.
En el proceso, veo a Armin en la sala. Está sentado en el sofá, con la mirada fija en su libreta de dibujo. Su largo cabello luce un poco desordenado y húmedo, las gotas de agua que caen de este empaparon su torso desnudo, pues lleva únicamente puesto un pantalón de pijama. No parece preocuparse demasiado por vestirse o arreglarse, pero de todos modos luce bien. Camino hacia el vestidor, decidiendo no distraerlo y me propongo a vestirme.
En cuanto veo mi ropa encuentro en mi mente el nombre de Paula, así que busco algo apropiado para el luto y pronto encuentro un vestido negro, hecho de una tela suave y ligera que parece diseñada para la playa, dejando gran parte de mi piel al descubierto. Me quito la bata blanca y me visto. Aunque no tengo ganas de arreglarme o maquillarme, hago un esfuerzo.
Pero al observar mi reflejo en el gran espejo, veo una profunda tristeza e infelicidad reflejada en mi expresión. Dejo de mirar mi aspecto para no deprimirme más y me enfoco en el anillo en mi dedo. En ese instante una lágrima se desliza por mi mejilla y mi corazón se aprieta, pues este anillo ahora es una de las pocas cosas que me conectan con mi vida anterior a todo esto.
—Jack... —susurro, casi como si estuviera llamando su presencia, deseando saber cómo llegó este anillo a mí. Sería un milagro que él estuviera cerca y a la vez una maldición.
«No quiero que le pase nada por mi culpa».
Respiro profundamente y levanto la vista, limpiándome las lágrimas. Pero en ese momento, veo la figura de Armin a través del espejo. Está parado detrás de mí, mirándome con atención y me siento incómoda de repente, decidida a ocultar mi tristeza. Él ha soportado suficiente de eso a lo largo de su vida y no quiero darle más razones para sentirse mal.
—Hola, m-me asustaste —confieso, forzando una sonrisa al girarme hacia él.
Él no dice nada, pero se acerca lentamente mostrándose tenso y con sus manos cerradas en puños. Su actitud me sorprende un poco y a pesar de que siento la urgencia de retroceder, me mantengo inmóvil y en silencio. Espero ver una sonrisa o algo de alegría en su expresión. Sin embargo, solo veo seriedad y su mirada no logra revelarme nada de lo que está pasando por su mente en estos momentos...
Acerca su rostro y pronto siento su mano en mi cintura. No me permite decir nada, pues me gira rápidamente y me pega a él por detrás, haciendo que vea nuestros reflejos a través del espejo. En ese momento, una sonrisa curva sus labios y vuelve a mostrarse como el Armin dulce que conozco. Eso me llena de alivio, aunque esto se convierte en asombro cuando veo que sus manos se extienden frente a mí, mostrando una cadena que brilla como la plata. Tiene un pequeño colmillo de plata con pequeños diamantes incrustados en la parte donde se une a la cadena.