32. Verdad dolorosa

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|ANGIE|

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|ANGIE|

Armin insiste en que coma, acercando un trozo de fruta a mi boca con el cubierto. Lo esquivo y hago una mueca de asco. Deja el cubierto sobre el plato y coloca el desayuno en la mesita para luego volver hacia mí, intentando abrazarme. Esta vez no se lo permito y lo evito haciendo que me mire suplicante, pero desvío la mirada y le digo nada.

Todo me irrita más de lo que puedo soportar. La conversación con Jack, los temores que se propagan por mi mente, me hacen rechazar la cercanía de Armin.

«¿Me mintió con lo de la muerte de su hermano?».

Tiene que saber, y eso me rompe por dentro. Un torrente de lágrimas amenaza con salir, así que me acomodo acostada dándole la espalda, evitando que él me vea. En medio de mi llanto silencioso siento que se tumba a mi lado, aunque no me toca su cercanía me brinda más tristeza. Cierro los ojos, tratando de controlar mis ganas de llorar. Esto me parece irreal. Me siento sucia, usada, y eso me produce asco. No quiero ni siquiera pensar en la posibilidad de haberme acostado con dos hermanos sin saber...

—¡No me toques! —grito furiosa, notando que intenta acariciarme el cabello.

No le digo nada más, me levanto y camino hacia la sala buscando un poco de soledad y silencio para pensar mejor las cosas. Ni siquiera me molesto en mirarlo, pues cuando lo hago, el enojo amenaza con sacar lo peor de mí. Quiero explotar y exigirle respuestas de la peor manera. Pero esta vez pienso mantenerme bien despierta para confirmar mis sospechas, no quiero arriesgarme de nuevo.

«En caso de que Jack tenga razón con lo de Jaden, será peligroso para ambos confrontarlo de esta manera».

(***)

No sé cuánto tiempo llevo acostada en el sofá, pero la oscuridad de la noche me obliga a encender una de las lámparas. Me acomodo sentada y, desde el largo sofá, le dirijo una mirada al dormitorio sumido en la penumbra. Armin ha estado viniendo a verme a cada momento, pero desde que oscureció no ha regresado. Eso me produce mucha curiosidad...

«¿Qué estará haciendo?».

Todo lo que sé es que debería averiguarlo. Me quedo un momento sentada en el sofá, tocando en mi bolsillo los objetos que me dio Jack. Entre ellos la navaja... Tal vez sea paranoia, pero tenerla entre mi mano me hace sentir un poco más segura. De esta manera me levanto y camino hacia el oscuro dormitorio. Cuando me detengo en la entrada, presiono el interruptor para encender la luz, pero las lámparas no responden. Me quedo parada, observando con atención el entorno y todo me resulta más extraño.

No lo veo por ninguna parte, aunque la oscuridad oculta algunos rincones, por lo que es probable que esté mirándome. Intento mostrarme tranquila, ocultar la navaja en el bolsillo de mi pantalón y aunque no soy capaz de adentrarme a la oscuridad. La terrible indecisión me pone a temblar, y las voces del miedo gritan en mi cabeza. Por un momento, me siento tentada en regresar a la sala, ya que me siento segura en la luz.

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