21. Sueños con la libertad

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|ANGIE|

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|ANGIE|

Entro en la habitación encontrando todo sumido en la oscuridad, pues he pasado todo el día en la cocina intentando preparar algo para Armin, llevando a cabo mi plan de acercarme más a él. Por más que le insistí a ese viejo que me permitiera ver a Paula, fue imposible. No me dejará verla al menos que tenga un avance notorio con Armin.

Conforme avanzo a oscuras, veo que la habitación de Armin se encuentra bien iluminada. Enciendo la luz de una lámpara, lo que llama su atención. A la distancia, lo veo apartar la vista de la tablet para mirarme desde su cama. Finjo que no lo miro y camino rápidamente hacia el cuarto de baño. Cierro la puerta tras de mí y, al acercarme al espejo, descubro una sonrisa boba en mi rostro.

«Mierda, ¿Qué estoy haciendo?».

Deslizo el labial nude sobre mis labios y arreglo un poco mi cabello. Una vez termino, miro mi reflejo en el espejo, descubriendo que estoy lista. Sin más, me vuelvo hacia la puerta y respiro hondo antes de salir. Mis piernas tiemblan cuando abandono el cuarto de baño y vuelvo a ser el centro de su atención.

No le digo nada y me paro junto a las rejas. Apoyo mi cabeza contra el frío metal, mientras mis manos sujetan con fuerza los barrotes. Lo miro con atención, haciendo que su rostro adquiera ese color rojizo que me despierta cierta ternura. Baja la mirada en repetidas ocasiones, tratando de refugiarse de mi vista. Mira la tablet, pero eso no parece funcionarle y vuelve a enfocarse en mí.

«Sí, mírame».

Por fin deja lo que está haciendo y toma la pizarra, escribiendo algo en ella.

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Hola... ¿Sucede algo?

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—No pasa nada, solo me gusta mirarte —confieso, realmente siendo sincera.

Una pequeña sonrisa curva sus labios y el rubor aumenta en su rostro. Borra lo antes escrito en la pizarra y su mano se mueve con rapidez escribiendo algo más.

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A mí también me pasa lo mismo contigo...

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Creí que eso no te gustaba, perdón si en algún momento te incomode.

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La preocupación se asoma en su expresión.

—No me incomodas, al contrario me gusta que me veas —susurro con ligera picardía.

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¿Eso quiere decir que no piensas que soy raro?

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Aprieto mis labios y no puedo resistirme a la tentación de sonreír como una estúpida. Tenerlo de frente cambia por completo la perspectiva que tenía de él inicialmente, pues aparte de que me parece una víctima, alguien que ha sido objeto de la crueldad de personas enfermas. También creo que es encantador y el tipo de chico que no me cansaría de ver...

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