3. Soy tuyo

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|ANGIE|

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|ANGIE|

Deja de besar mis pechos, se coloca en medio de mis piernas y se quita el jersey. En mi caso me apresuro a sacar su dura erección de esa prisión, al principio esto me pone un poco nerviosa. Pero una vez lo hago enseguida mi mano se encarga de acariciarle, darle placer al masajearlo con suavidad sintiendo su gruesa y larga longitud. Mi mano hace lentos movimientos que parecen darle mucho placer, pues noto que se queda quieto, cierra los ojos y libera una maldición dejando que lo toque.

Luego de unos segundos parece salir de su trance de placer, me acuesta en el sofá y sus manos grandes desabrochan mi pantalón y lo desliza rápido a través de mis muslos. Una vez me lo quita, deja un poco de crema batida sobre mis muslos y pasa con rapidez su lengua y labios sobre la zona ascendiendo hacia la unión de mis piernas.

—Estás más que lista para mí —afirma divertidamente provocativo.

—L-Lo estoy —susurro nerviosa.

Todo en mi interior se vuelve un caos en el instante que abre mis piernas y besa mi intimidad sobre la tela de las bragas... Al instante gimo con fuerza, mi espalda se arquea un poco y cierro los ojos al sentir el contacto húmedo de su lengua y labios besando ese lugar.

—M-Mi amor...

Él no dice nada, pero percibo el esbozo de su sonrisa y la irrupción de sus dedos en mi interior, me dejan sin palabras. Me convierto en alguien que únicamente tiene la facultad de gemir, gritar y suplicar por más... Sus dedos entran y salen sin parar y no tiene que hacer mucho para hacerme llegar a la cima del placer, pues con rapidez siento que me acerco al clímax y apenas siento que baja mis bragas y besa mi intimidad no resisto mucho más. Suelto un grito y libero toda la presión en mi intimidad sintiendo que toco el cielo...

—Me encanta cada vez que te vienes —afirma en voz baja.

No espera que siquiera me recupere, pues me quita las bragas y luego se acuesta sobre mí llevando su dura erección a mi interior. La deliciosa sensación de llenura en mi interior, me hace casi gritar y todo empeora cuando se mueve. Por lo que mis manos buscan con desesperación algo a que aferrarse y sin remedio sujeto un cojín del sofá, pero él toma mis manos y las mantiene sujetas en un acto más excitante y tierno.

Mientras tanto mis piernas abrazan con fuerza su cintura evitando que se aleje o se detenga, pues disfruto mucho del lento vaivén de sus caderas. Cada vez que se pega a mí, es como si recibo una inyección de lava volcánica que se propaga por todo mi cuerpo y me vuelve más adicta a esto.

—No pares... —suplico mirándolo a los ojos.

Sus labios forman una sonrisa perversa y arremete con más rapidez contra mí.

—¿Así? —pregunta.

—Por favor...

Aumenta la rapidez y la fuerza de sus embates haciéndome gritar, pero luego de unos instantes hace todo lo opuesto a lo que quiero y abandona mi interior riéndose de mis protestas...

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