8. Noche inquietante

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|ANGIE|

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|ANGIE|

No puedo sentirme tranquila en este lugar. Desde el incidente en la piscina, la sensación de ser observada se ha intensificado. He optado por no mencionar nada a la Sra. Daphne y a su nieta; pues su nerviosismo es palpable y su tendencia a evitarme ha sido suficiente para mantenerme en silencio. A pesar de su amabilidad, hay algo en su comportamiento que me inquieta.

«¿Qué está pasando? ¿A qué le tienen miedo?».

Me pregunto una y otra vez mientras doy vueltas en la habitación, ignorando la televisión encendida que proyecta imágenes sin sentido. Intento ser paciente, esperando a Paula antes de tomar la decisión de marcharme. La sensación de seguridad que inicialmente sentí se ha evaporado, reemplazada por una inquietud constante. Tal vez estoy exagerando, pero la atmósfera ya no me resulta agradable ni acogedora.

«Paula podrá arreglárselas sin mí».

Soy consciente de que ella me dio dinero por adelantado, y aunque aprecio su confianza, planeo trabajar de cualquier cosa en Nueva York para devolvérselo tan pronto como pueda.

«Es mejor eso que esto».

De repente, escucho unos suaves golpes en la puerta y mi corazón da un vuelco. Me quedo paralizada, mirando fijamente hacia la entrada.

—¿Q-Quién es? —pregunto, sorprendida por el temblor en mi voz.

—Soy yo, tonta —responde la voz familiar de Paula—, ¿puedes quitarle el seguro?

«Mierda».

Camino hacia la puerta y la abro con manos temblorosas. Paula entra cojeando, y mis ojos se abren de par en par al ver su pie vendado. Se apoya en una muleta y avanza con dificultad. Mi mirada recorre su cuerpo en busca de más heridas, pero sólo encuentro una sonrisa boba en su rostro, que me confirma que algo estúpido y desafortunado le ha sucedido.

—No es cierto —digo frustrada, pasando una mano por mi rostro. Esto arruina por completo mis planes de marcharme.

—Estoy bien, gracias por preocuparte —responde ella con ironía.

—¿Qué mierda te pasó? —pregunto, observando sus dedos ligeramente inflamados.

Paula se acomoda en el borde de la cama, suspirando con cansancio.

—El tacón se rompió y ya sabes el resto —contesta con simpleza.

Parpadeo rápido, tratando de procesar la tranquilidad de su respuesta. Paula tiene una sesión de fotos importante en unos días y su pie lesionado no ayudará en nada a acelerar el proceso. Conociendo su perfeccionismo, esto podría retrasarlo aún más.

Respiro profundamente y desvío la mirada, buscando mi calma en algún rincón de la habitación. Deseo estrangularla por su descuido, que ahora me obliga a quedarme cuando lo que más quiero es largarme.

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