El chico del baño de al lado ✓ Minjoong [Ateez]

Capitulo 8

—Mereces salir y divertirte. No puedes estar del trabajo a casa y de casa al trabajo todo el tiempo, Hyung.

—El otro día salí… —dejo caer mientras veo a Wooyoung retocarse el bálsamo labial en mi espejo.

Me mira a través de él con cara de «¿Me ves cara de idiota?».

—Eso fue una conferencia. —contraataca.

—Pero yo llevaba el pelo liso.

—Era trabajo, Hyung.

—Bebí alcohol…

—Solo brindaste en el cierre, no intentes hacer sonar como divertido y fiestero lo que no lo fue.

Hace un gestito de victoria con la boca cuando ve que no puedo contrarrestar eso y sigue dando toques delicados alrededor de sus labios, me hace gracia como lo hace, porque su boca parece un traserito de gallina empinado.

Segundos luego, deja el bálsamo dentro del estuche y coge una mini botella de perfume.

—Quizá deba apuntarme a yoga, —pensé, él pone cara de estar considerando la idea también —¿Es un buen plan?

—¿Hablando con el gel de nuevo?

Me pregunta Mingi de repente.

No me esperaba que hiciera acto de presencia y que me hablara. Miro la hora. Apenas son las siete menos diez.

Wooyoung deja de echarse perfume y me mira con los ojos abiertos como platos.

Está tan sorprendido como yo la primera vez que Mingi me habló de la nada.

—¿Quién acaba de decir eso? —me susurra, con cierto temor.

Le digo que baje la voz y le señalo despreocupadamente la ventana con el pulgar. Él sigue la dirección que le indica mi dedo con la boca abierta.

—No —respondo—, estoy a punto de salir con un amigo y estaba hablando con él.

Miro a Wooyoung y me encojo de hombros.

—Es un vecino —le susurro.

—Ah, ¿son amigos? —me pregunta, también susurrando.

Me pienso bien la respuesta. ¿Lo somos? Hablamos casi diariamente ahora, eso hacen los amigos. Podría decirse que cierta confianza hay, eso también es cosa de amigos. Pero ni nos conocemos personalmente ni tampoco nos hemos visto nunca.

—Bueno…, podría decirse que un poco. No nos hemos visto, solo hablamos por esa ventana.

No me doy cuenta de la normalidad que utilizo en mi tono de voz para explicárselo. Caigo en ello cuando veo su cara atónita. Tiene toda la razón, eso no es para nada muy normal que digamos.

—¿Fiesta? —me pregunta Mingi.

—Sí. ¿Estreñimiento? —le pregunto yo.

Él se ríe. Me he dado cuenta de que lo único que puedo describir y notar de él es que se ríe. En cambio, él ha percibido cuándo he sido cortante o cuándo he tenido prisa.

—No, acabo de despertarme y necesito afeitarme.

Wooyoung sigue mirándome como si yo hubiera perdido todos los tornillos a la vez. No dice nada, pero su cara lo delata. Está realmente sorprendido.

—¿Te has levantado casi a las siete de la tarde?

—Sí.

Entonces recuerdo a ese chico de ayer que escuché y prefiero detener las preguntas.

Prefiero obligar a Wooyoung a que se acabe de alistar en mi habitación, que correr el riesgo de que Mingi me pregunte si yo estaba ayer escuchándolo a hurtadillas.

—Bueno, yo me voy ya. Adiós.

Agarro el codo de mi amigo y lo arrastro hacia fuera, él empieza a quejarse de que se está dejando su estuche de maquillaje en el baño. Se zafa, lo coge y sale mirando hacia la ventana como si fuera lo más raro que ha visto en su vida.

—Pásatelo bien, adiós.

—Gracias, Mingi.

Cierro la puerta del baño y pego mi espalda contra ella, suspirando. Estuvo mal escuchar ese aspecto tan íntimo de su vida ayer y ahora tengo cargo de conciencia.

—¿Y cómo que se hablan por las ventanas del baño? —me pregunta Woo ahora sentado en mi cama —. ¿Eres consciente de lo raro que es eso? ¿No tienes su número de teléfono o qué?

Me río mirándolo.

—Sé que es inusual, pero bueno. —Me encojo de hombros—. ¿Nos vamos?

Él asiente, con una mueca, y salimos de mi habitación.

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