Capítulo 30

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El abuelo está sonriendo con todas sus fuerzas por la compañía tan joven que tiene delante, mientras espera la comida sentado en el sofá.

Mi madre se ha ofrecido a cuidar al niño de la vecina mientras esta iba a otro pueblo a comprar algo. Según parece, no es la primera vez, porque el niño se ve bastante familiarizado con el sitio y la gente de casa.

Cuando mi hermano y yo hemos llegado de la playa, nos hemos encontrado con el panorama de que había un niño de un año agitándose y atado en un cochecito con un chupete en la boca y que, de repente, pegaba berridos juguetones que hacían reír a todos, incluso a él mismo.

-¿Cómo se llama el pequeñín? -pregunta mi hermano.

-Choi Mingi -grita mi madre desde la cocina, y a mí se me cae la toalla que estaba a punto de tender en el cordel del patio.

Sin recogerla, vuelvo al interior de la casa y le pido a mi madre que repita el nombre del niño, por si acaso soy yo quien ha oído mal.

-Mingi -repite-, como el de ATEEZ.

Me quedo atónita y me acerco para mirar al niño. No tiene nada de especial. Quiero decir, es como cualquier otro bebé de un año: pequeño, regordete y muy lindo. Pero su nombre, su nombre me hace mirarlo como si fuera un experimento de laboratorio.

-Es muy revoltoso el peque -comenta mi abuelo al darse cuenta de que lo miro mucho.

Le acaricio la mejilla y él se balancea más, estirando los brazos para que lo saque de su cochecito. Le quito los seguros y lo cojo en brazos. Él me lo agradece columpiándose con más euforia. Me siento al lado de mi abuelo y hago jugar al niño en mis piernas para entretenerlos a ambos.

-¡Bumjoong, tiende todo lo que había en la mochila, porfa! -grito a mi hermano, que resopla como en los viejos tiempos, pero va a hacerlo.

En ese momento entra mi padre con una botella de vino bajo el brazo y dos barras de pan. Me ve y alza las cejas, avisando de que va a soltar una de las suyas.

-Te queda bien un bebé -dice, y luego se carcajea-. Es una lastima que te gusten los hombres.

Me guiña un ojo y desaparece camino de la cocina.

-No le hagas caso, está bromeando -dice, mi abuelo.

Y lo sé, aunque mi padre nunca aceptó del todo mis gustos, sabe que aún soy su hijo y de igual forma me sigue amando amén de que ese detalle en mi lo moleste un poco.

Más tarde se une a nosotros en el salón, dándome primero un beso en la frente para luego sacudirle el pelo a Mingi. Este le echa los brazos y él, sin dudarlo, lo coge para hacerlo saltar hasta el techo, momento en que mi madre le ordena que no lo haga.

Es curioso, y a la vez gracioso, cómo la vida se las ha apañado para hacer llegar hasta el pueblo de mis raíces, a un Mingi.

✨✨✨


El chico del baño de al lado ✓ Minjoong [Ateez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora