Capítulo 17

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Tengo la mirada perdida en el mural de los dibujos cuando Yeosang entra en mi despacho. Cuando los niños del ciclo inicial del colegio me hacen dibujos o carteles bonitos pintados literalmente con sus propias manos, los pego allí como mis tesoros mas preciosos. Hay manitas de colores por todos lados; los borrones rojos-anaranjados son los que más destacan en cada hoja rayada.

Yeosang se ha dejado los nudillos en la madera de la puerta cuando decide carraspear para llamar mi atención.

—¿Tienes una bola de pelo atorada en la garganta? —me burlo.

—¿Cuándo fue la última vez que pisaste el otorrinolaringólogo, Hyung?

Eleva el mentón en señal de victoria y se acerca a mi mesa riendo; yo me uno.

—¿Estabas ocupado?

—No demasiado —respondo, haciendo sonar algunas hojas contra mi escritorio antes de alcanzar el archivador verde de mi izquierda para guardarlas.

En primaria siempre deseé hacer eso en mi propio despacho, y practicaba a solas en el escritorio de mi cuarto para cuando llegara el día.

—Bien, perfecto.

—Desahógate, Sanggie —digo mientras me levanto.

Voy hacia la estantería y coloco el archivador en el espacio vacío. Recojo otros dos con la etiqueta de «Ciclo superior» y vuelvo a mi sitio.

—Maddox me dijo que te dijera que se pasaría antes de la hora de comer para charlar sobre el alumno nuevo.

—Perfecto, gracias —digo, encendiendo el ordenador.

—Hoy a la entrada de los niños llamé a la madre de San.

Sonrío ladeadamente sin mirarlo. Me ha hablado de ese alumno cada vez que los zapatos han sido el tema de conversación.

—¿Choi San, el niño de los zapatos rojos?

—Sí, él.

—Y bien, ¿qué te dijo?

Aparto los dedos del teclado y centro mi atención en Yeosang. Es un excelente profesor y mi suministrador de café todos los miércoles por la mañana.

—Dice que todo empezó hace tres semanas, justo cuando San comenzó a dejar de usar los zapatos del uniforme. Me contó que fue cuando se acercaba la boda de su hermana y estaban revisando su armario. Al hacerle probar los zapatos, le dijo a Sannie que ya tenía que regalarlos porque se le habían quedado pequeños, y él empezó a llorar y a patalear. Ya te lo he dicho, es un niño muy bueno…, pero en cuanto le hablas de quitarse esos zapatos… Ay, señor.

Pone los ojos en blanco, dándome a entender la escena que monta el pequeño.

—Tiene cinco años, ¿no?

—Sí, fue el que trajo pastelitos a los profesores por su cumple.

Sonrío.

—Recuerdo quién es.

En un post-it azul de mi mesa anoto cuatro cosas: Choi San, cinco años, hijo único, zapatos rojos.

—¿Sabes qué le toca a la siguiente hora?

—Tiene clase conmigo, es todo tuyo.

—Perfecto.

Vuelvo mi atención a la pantalla del ordenador cuando me avisa de que tengo correo pendiente. Por debajo de las pestañas logro ver a Yeosang dejar tres caramelitos sobre mi mesa y luego sonreírme.

—Bueno, solo era eso, querido mío —Se levanta y señala hacia la puerta—. Voy a preparar mi clase.

—¡Que te vaya bien, Sanggie! —Cojo un caramelo y lo alzo—. Gracias.

El chico del baño de al lado ✓ Minjoong [Ateez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora