Capítulo 13

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Entro en el baño huyendo de sus gritos, cierro la puerta, echo el pestillo y me apoyo contra ella.

Irremediablemente me echo a llorar.

Irremediablemente comienzan a caérseme los mocos. Irremediablemente, Seonghwa hace caso omiso a mi petición de que abandone mi casa y me persigue hasta el baño.


No me he fijado en la hora, nadie se fija en la hora cuando está en una situación límite.

Solo buscaba refugiarme en algún lugar a esperar que se marchara. Pero, ahora que estoy metido aquí, me preocupa pensar que Mingi esté en su baño y pueda escuchar algo de todo este melodrama.


-¡Abre la maldita puerta, Hongjoong! -grita mientras golpea la madera que nos separa.


-¡Vete! -bramo.


Cierro los ojos con fuerza para detener las lágrimas y con el cuello de la camiseta me seco las mejillas mojadas.


-¿En serio? ¿Te has puesto a llorar por un simple mensaje?


-En ese mensaje ella te preguntaba cuándo volverías a ir a su casa y te decía que te echaba de menos, que te quería mucho -le recuerdo, y mi voz se rompe en el acto-. Sé leer perfectamente, Hyung.


-Estará borracha. -Propina dos manotazos a la puerta-. Está loca, ¡yo qué sé!


Me tapo la cara con ambas manos.


Cojo aire por la boca, lo expulso. Vuelvo a cogerlo y vuelvo a expulsarlo.


-¡Mira, basta ya, se acabó! ¡No voy a creerme ni una mentira más!


-¡No te estoy mintiendo, joder! Abre la maldita puerta y deja que lo arregle como yo sé -dice con todo el cinismo del mundo.


-¡No! ¡Vete de una vez, por favor!


-La abres o la abro yo de una patada, Kim Hongjoong -amenaza.


Me aparto de la puerta, me acerco al lavamanos y me apoyo en él. Mantengo la cabeza gacha porque no quiero mirarme en el espejo. El chico del que me enamoré hace unos años sigue implorando grotescamente que le abra la puerta. Todo indica que esto no va a ninguna parte, que no tiene futuro, pero es admirable nuestra ridícula creencia de que, por cerrar los ojos, el mundo desaparece tras nuestros párpados.


Qué va.

Hacer la vista gorda no equivale a que los problemas desaparezcan. O los resuelves o te quedas con ellos, pero no van a desaparecer solos.


Giro sobre mis talones, me acerco a la puerta y quito el pestillo.


Nadie ha dicho nunca que ver la luz al final del túnel significa que vas a seguirla. Algunas veces sabes bien lo que deberías hacer, pero das media vuelta y haces precisamente lo contrario.

Y ahí estoy yo.

Estampándome, golpe tras golpe, contra un muro que perfectamente podría rodear y dejar atrás.


Ahora la puerta está abierta. Lo observo, con sus pantalones cortos de deporte, sin camiseta, apoyado con ambas manos en el marco de la puerta, y yo estoy a centímetros, de brazos cruzados, como si eso sirviera de algo después de lanzar por los suelos mi dignidad.


-Ven aquí.


Tira de mí, me abraza y segundos después comienza a manosearme como un baboso y no como mi novio.


Muchas cosas han cambiado entre nosotros; por ejemplo, el trato cariñoso que nos profesábamos. Por ejemplo, el que él se haya vuelto invencible frente a mí.

Por ejemplo, el que yo haya olvidado decir no y mantenerme firme en mi decisión.

El chico del baño de al lado ✓ Minjoong [Ateez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora