Capítulo 20

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Tengo ganas de mear.

Tengo ganas de mear.

¡Tengo ganas de meaaaaar, Dios santo!

Llevo cinco malditas horas queriendo ir al baño. Para empezar, a última hora tuve que asistir a una reunión con los padres de un alumno y su profesora, luego acabé en un atasco que paralizó el tráfico media hora, lo que me hizo llegar a casa cuarenta minutos tarde, y por si fuera poco, yo, Hongjoong, el todopoderoso que cree que puede contener la vejiga, me paré en un supermercado a hacer la compra del mes de camino a casa.

Por querer matar dos pájaros de un tiro, voy a terminar derribando el árbol, aplastado y con los pantalones mojados.

Por fin logro llegar a casa, suelto las bolsas de la compra en el suelo, que me han dejado los dedos morados. Ruego a los doce dioses del Olimpo para que los huevos no se hayan roto, pero eso, a decir verdad, me importa poco ahora. Lo primordial es llegar al baño sin mojarme los pantalones.

Cuando creo que ya estoy a punto de conseguirlo, oigo algo que me deja paralizado. Termino de abrir la puerta y escucho atento.

—¡Oh, Diiiiooooos…! —Se oye retumbar por las paredes de ambos edificios.

Pero…, pero ¿qué demonios está pasando ahí?

Miro la ventana y me pregunto si esos gemidos provienen del baño de Mingi.

—¡Sí, sí, sí!

Creo que me pongo blanco y rojo en el mismo segundo debido a la vergüenza. Hago amago de dar media vuelta sobre mis pies para irme, pero recuerdo las terribles ganas que tengo de mear.

Dios, no aguanto. Estoy a punto de hacérmelo encima y ellos… están ahí… haciendo sus cosas… ¡y yo tengo ganas de mear!

—Mierrr… coles —maldigo mientras me pienso si hago pis en un momento o espero a que ellos terminen.

—Oh, por Dios, ¡Mingi!

—Joder, esto va para largo —murmuro, comenzando a apretar las piernas con fuerza—. ¿Pero qué tendrá ahí abajo, la torre inclinada de Pisa o qué? ¡Menuda forma de hacer chillar a un hombre!

Me quejo mientras me muevo nerviosamente.

¿Meo o no meo?

He allí el dilema...

¡Ah, Dios, que se me escapa el pis!

¡Ya está, voy a mear!

—¡Oh, joder! —gime el otro chico, que no sé quién es.

Mala idea. Abortamos la misión.

Doy la vuelta hacia la puerta, pero entonces me entran más ganas. La idea de ir a la cocina y apuntar en el fregadero sacude mi mente. Pero no, yo aún conservo mis cuatro dedos de frente, eso no es higiénico.

—Ay, que no aguanto… ¡Piedad! —susurro, a Dios supongo.

Esta situación es penosa. Estoy en mi propio baño, congelado, mientras me aguanto las tremendas ganas de hacer pipí solo porque los vecinos están montándoselo en el piso de al lado.

¡A la mierda con todo, haré pis!

Corro los tres pasos que hay hasta el váter, levanto la tapa, me bajo los pantalones y apunto a como el chorro me deja.

—Joder, que alivio—suelto casi involuntariamente.

—¡MINGI, SÍ! —gritan.

—Por Dios —digo, queriendo meterme en el retrete para no estar en este lugar ahora mismo.

¡Esto no es normal! ¡Estoy meando, joder!

¿Es que acaso no tienen más sitios en la casa para hacer ese tipo de cosas? A mí la cama me sirve, ¿a ellos no? Hay que tener un instinto muy nómada para elegir el baño, con lo resbaladizo e incómodo que debe de ser.

Cierro los ojos cuando empiezan a oírse sus voces fusionadas, casi balbuceando.

—Pero ¿cuántos litros llevo dentro? —me quejo en voz baja mirando el techo, interpelando a Dios por haberme hecho con tanta capacidad en la vejiga. Por más que aprieto, esta no parece vaciarse nunca.

—Oh, Dios… Oh, madre mía…

—Que falta de respeto ¿que tiene que ver tu madre con la follada que te están dando? —mascullo casi arrugando toda mi frente.

No puede ser que alguien provoque orgasmos como esos…, ni siquiera teniendo el... La cosa más grande del universo. Y en tal caso, si fuera tan grande, creo que ese chico estaría gritando de dolor, no de placer.

—Acaba ya, acaba ya, por favor —ruego a mi vejiga, pero sigo parado allí, oyendo toda la banda sonora de una película porno mientras intento mear.

—Joder, joder, joder… ¡Te quiero!

Mi pulso se detiene por la cosa más cringe que acabo de oír. A la vez, el chorro también cesa ¡Al fiiiiiin!

Pero bueno ¡Lo que le ha soltado! Si es su novio, está bien, es aceptable, pero si no lo es…, como que… ¡Hongjoong, tú a lo tuyo! Me subo los pantalones y  tiro de la cadena. Me importa un pimiento que se enteren de que estoy aquí, lo único que quiero es salir del baño.

Ya en la cocina, mientras me lavo las manos con el jabón para platos, observo las bolsas desparramadas por el suelo, seguidamente miro el reloj y me doy cuenta de que todo eso ha pasado en menos de cinco minutos.

¡La eternidad que se me ha hecho a mí!

El chico del baño de al lado ✓ Minjoong [Ateez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora