Capítulo 42

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Debo decir que me han entrado ganas de reírme como un loco cuando me he dado cuenta de lo que estaba pasando.

—¿Lo has oído? —pregunto a Mingi. Él asiente mirando abajo.

—¡No salten! ¡No vale la pena! —gritan desde abajo.

Veo que Mingi arruga la frente y me mira. Yo me tapo la boca con una mano, pero empiezo a reír de todas formas.

—¿Creen que…?

—¡Sí! —confirmo, asintiendo mientras me sigo riendo.

—Qué fuerte. Se creen que nos vamos a suicidar.

Echa la cabeza hacia atrás y comienza a reír también.

—¡No, no lo hagan! —Se escucha, y ambos nos carcajeamos más fuerte. Sé que la pobre gente de allí abajo debe de estar pasándolo mal, pero desde arriba es la bomba.

—¿Crees que deberíamos dejar de hacerlos sufrir? —pregunta, y yo asiento. Levanto un brazo, pero Mingi me lo baja al segundo—. Ellos no van a creer que es un saludo, sino que te despides. No los asustes más.

Me río y le hago caso.

Vaya lío con la gente. El malentendido que se ha creado solo por estar sentados en el muro de nuestro terrado con las piernas colgando…

Él es el primero en bajar y, cuando está al otro lado, me tiende una mano, pero espero un momento antes de aceptarla.

—¿Sabes?, mi opinión con respecto a las relaciones no va a cambiar de la noche a la mañana. Quizá lleves razón y yo esté equivocado, pero necesito un tiempo para darme cuenta. Necesito descubrir por mí mismo si me he equivocado.

Frunce el ceño, pero no aparta la mano que me ha ofrecido para ayudarme a bajar.

—¿Cómo? —pregunta.

—Podemos seguir siendo amigos, ¿verdad? Necesito seguir aclarando mis ideas.

Asiente.

—Claro. Eso era lo que quería decirte.

Sonrío.

—¿Qué te parece si empezamos de cero? Ya sabes…, como suele comenzar la gente normal.

Sonríe, asiente y yo le tiendo una mano.

—Kim Hongjoong. Encantado.

Me acepta el saludo estrechando mi mano.

—Song Mingi, lo mismo.

Sonrío un poco más.

—¿Song?

—¿Qué pasa? ¿Es el apellido que querías que llevaran tus hijos? Me lo han dicho mucho.

Le aparto la mano, le golpeo levemente el brazo y me río.

—¡Qué engreído!

Se ríe un poco.

—Lo siento, solo bromeaba. Me gusta cuando te ríes.

Finalmente, doy un salto desde el muro hacia el otro lado para volver a poner los pies en tierra firme. Recogemos nuestras botellas y nos quedamos delante de la puerta de mi terrado.

—Te invitaría a…

—Déjalo. Iba a pedirte la cuarta cita —confiesa sin cortarse ni un pelo.

Yo lo miro vacilante.

—¿En serio? ¿Esta no cuenta? ¿No sería la quinta?

Se encoge de hombros.

—Pues la quinta.

—Bien. Iré —digo como si me diera lo mismo.

—Más te vale. Ahora no solo sé dónde vives, ahora sé que puedo saltar a tu terrado, bajar por tu ascensor y colarme en tu casa por una ventana.

Me río en su cara.

—Por Dios, Mingi, deja de creerte un superhéroe.

Me fulmina con la mirada. Le sonrío juguetón y doy un paso hacia dentro de mi edificio.

—Hasta la próxima, Song Mingi —me despido.

Él se queda mirándome mientras me alejo, cierro la puerta y echo la llave. Si alguna de las señoras de mi edificio descubre que he dejado la puerta del terrado abierta, me condenan a la guillotina.

—¡No te quedes ahí! —digo desde el otro lado de la puerta—, ¡vete a casa!

—No te preocupes, Spiderman ya se va —bromea, y yo me parto de la risa.



















El chico del baño de al lado ✓ Minjoong [Ateez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora