Capítulo 15

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Son las ocho y cuarenta y cinco y me meto corriendo en el baño para darme una ducha rápida antes de que sea demasiado tarde.

Y con demasiado tarde me refiero a las nueve en punto de la noche.

—¿Qué tal tu día? —pregunta, dando por hecho que estoy ahí.

Es increíble que esté aquí de nuevo al mismo tiempo que yo cuando precisamente he estado evitándolo. Bueno, no es tan increíble, al fin y al cabo es su baño. Él puede entrar y salir las veces que le plazca.

—¿Qué parte de «déjame en paz» no entiendes? —Vuelvo a ser frío.

Sé que ayer me sentí mal después de haberle respondido de la misma forma, pero eso evitó que siguiera preguntando, y no es que hoy tenga muchas más ganas de charlar.

Lo escucho resoplar fuerte.

—Solo intento ser amable.

—Ya te lo he dicho: ser amable con el vecino que se está duchando en el baño de al lado no es normal.

—Mi vecino se llama Hongjoong, es más corto que todo lo que acabas de decir.

Por más que conscientemente me niego a sonreír, ese simple comentario acaba haciendo que mis labios esbocen una débil sonrisilla. Dejo la toalla en el colgador y me meto en la ducha de una vez por todas.

—¿Estás teniendo días duros, no? —se interesa.

Mis hombros se hunden. La cabeza me pesa sobre el cuello, así que, aprovechando el chorro tibio que cae desde arriba, me relajo moviendo el cuello de lado a lado.

—Sí.

—¿Y eso?

Me quedo callado mientras la lluvia artificial me sigue cayendo encima. Detengo el agua y agarro el bote de gel.

—Siento que he malgastado años valiosos de mi vida.

Mingi no dice nada. Mejor así.

Cojo la esponja y le echo del gel. Me enjabono tomándome mi tiempo y luego vuelvo a abrir la ducha para quitarme todo el jabón del cuerpo.

Me doy cuenta de con quién estoy manteniendo esta conversación y me río vaga y tristemente después de cerrar de nuevo el agua.

—Es penoso que te esté diciendo esto a ti, el vecino del baño…

—Mingi —me corta.

—Eso. Es penoso que te lo esté diciendo a ti, Mingi.

—¿Por qué?

—Porque ni siquiera te he mirado a los ojos.

Hay silencio durante un buen rato. Vuelvo a abrir el grifo y agradezco entre dientes que mis músculos por fin se estén relajando.

Estaba tenso.

—No es penoso. Yo creo que es original —dice de repente, y yo me echo una risita desganada.

—Ya, claro —ironizo.

—Solo tienes veintisiete años. Sea lo que sea, aún tienes toda una vida por delante, Hong. Mira más allá del tiempo que has perdido e intenta aprovechar el que tienes —me dice con la voz melosa que ponen los amigos cuando te ofrecen un hombro para llorar.

Me miro los pies y estrujo la esponja entre las manos. La sonrisa temblorosa que tengo en los labios demuestra cuánto necesitaba no solo la comprensión de alguien, sino también esas palabras de aliento.

Nunca vienen mal, menos aún cuando el autoconsuelo deja de servirte.

Pero entonces, a lo lejos algo rompe la magia del momento.

Un tono ruidoso comienza a oírse.

—Lo siento, me llaman —se disculpa.

—Adiós, Mingi —Y no logro ser demasiado rápido, por lo que su puerta se cierra antes de que pueda escucharme —Y gracias.

El chico del baño de al lado ✓ Minjoong [Ateez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora