Capítulo 33

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Todos en casa están dormidos.

Me guardo las llaves en el bolsillo trasero de los vaqueros y cierro la puerta tras de mí sin hacer mucho ruido. Antes estaba celebrando veintiocho años, ahora voy a hablar con un vecino a las diez de la noche y no precisamente de asuntos de calderas o tuberías. Vamos, un planazo. Todo veintiochoañero que se aprecie debería probarlo.

-Allá vamos, Kim Hongjoong -me reconforto a mí mismo mientras camino por la acera hasta doblar la esquina.

Recuerdo haber estado ya en su edificio antes, para mirar el buzón. Recuerdo también que lo acusé prácticamente de ser un ocupa y que luego salí mal parado a causa de mis nefastas dotes como detective.
Cuando ya estoy frente al edificio, lo contemplo de arriba abajo, apretando los puños para controlar las ganas de dar marcha atrás. Finalmente me acerco a la portería y, después de unos segundos, le echo agallas y aprieto el timbre del bajo primero.

Llevo puesta la camiseta que me compré en el pueblo, la que pone: «¡QUE LAS FUERZAS DE ESTE PUEBLECITO DONDE DIOS PERDIÓ LA CHANCLA TE ACOMPAÑEN!». Ahora vamos a ver de cuánta fuerza se trata.

-¿Sí?

-Hmm... Soy... Soy... Soy Hongjoong, Mingi.

Se supone que debía decir eso, ¿no?

-Sube -dice, y luego se escucha el sonido de la puerta abriéndose. ¡Que las fuerzas del pueblecito me acompañen!, ¡por Dios, que lo hagan!

Prefiero subir por las escaleras no vaya a ser que la suerte del pueblo sea mala y me deje encerrado diez horas en el ascensor solo por querer subir un piso, ya que es el bajo del edificio. Llego a la susodicha planta y me froto las palmas al ver la puerta entreabierta frente a mí.

-¿Hola? ¿Puedo pasar? -pregunto, empujando poco a poco la puerta para acabar de abrirla.

Oigo pasos y al segundo veo a Mingi viniendo hacia mí por un pasillo. Lo poco que llevo visto del piso me parece super encantador, pero no he venido aquí a ver lo bonita que es su casa.

-Pasa, pasa -dice cordialmente.

-Gracias.

Él cierra la puerta tras de mí, y siento cómo el aire se carga y casi se vuelve incómodo.

-Bueno... -Choco levemente los pies, un poco nervioso.

-Hongjoong -me interrumpe.

Lo miro a los ojos con desconcierto. El tono que ha usado para interrumpirme me ha puesto en alerta. No le quito ojo, a la espera de que diga algo más, preguntándole con la mirada qué es lo que pasa.

Muy aparte de eso, otra parte de mí se queda embobada por el bonito tono de café que tienen sus ojos.

-Sí, dime, ¿qué pasa?

-Hay algo que debes saber... -dice, tanteando el terreno para soltarme una que creo que es gorda.

No puede ser. Ay, santo Jesús.

¿No me digas no es gay? Ay, por Dios... Ay, por Dios... ¡Hongjoong! ¡Qué tonto! ¡Te gusta un chico al que no le gustan los chicos!

No espera ¿Qué estoy pensando?

¿Y su novio? ¿Y las cosas que hacían en el baño? Pero ¿qué...?

¡Que el mundo pare que yo me bajo!

-El... el... ¿el qué? -balbuceo.

Él estira un brazo indicándome que siga andando. Lo hago. Camino hasta su salón de forma robótica y ni me paro a contemplar lo moderna que es la casa cada vez que voy adentrándome más.

-Verás... -comienza a decirme y yo me vuelvo para mirarlo de frente.

Juro por todos los santos habidos y por haber que está a punto de darme un patatús por la incertidumbre de no saber qué pasa y qué es lo que me quiere decir.

-Hongjoong...

Me llama otra voz y doy un respingo. Me doy la vuelta y veo a otro Mingi ¡Hay dos! ¡Hay dos, madre santa de la virgen María!
Los miro a ambos, como si fuera una ilusión óptica, y luego reparo en el segundo. Este tiene varias diferencias. Remarco: varias diferencias. La primera: lleva tatuajes. La segunda: parece mucho más bajo. La tercera: parece más bajo porque está sentado en una silla de ruedas.

Repito: ¡QUE PAREN EL MUNDO QUE YO ME BAJO!

-Qué... qué... pero... qué... -comienzo a balbucear sin dejar de mirar a Mingi 1 y Mingi 2 en silla de ruedas-. ¿Qué... qué está pasando aquí? ¿Mingi, tienes un gemelo? -pregunto al Mingi número 1. Él niega con la cabeza.

-No soy Mingi. Soy Keeho, el hermano gemelo de Mingi. Él es Mingi. -me explica, señalando al chico en silla de ruedas.

Abro los ojos como nunca en mi vida lo he hecho, creo que hasta dejé de ser coreano. Voy girando el cuello lentamente hasta ver al chico de pelo negro, tatuado, segunda versión posible para el papel de Iron Man e increíblemente guapo que está sentado en esa silla de ruedas. ¿Él es Mingi? ¿Mi Mingi? ¿Por qué siento que el corazón se me está haciendo trizas ahora mismo? ¿Por qué siento que mi cerebro está rodando por mis pies justo en este preciso momento?

-Mi... ¿Mingi? -pregunto casi sin voz y con los ojos ardiendo, las lágrimas a punto de saltárseme.

-Hola, Hongjoong.

Me sonríe.

No sé si es porque tengo el cerebro a la altura de los pies, pero creo que su voz se escucha diferente en persona. En un primer momento me pareció que la voz de Keeho, era la misma que la que había escuchado siempre por la ventana, pero ahora creo que estoy completamente confundido.

Una puerta se abre de golpe y aparece un chico bastante arreglado y dispuesto a salir, por lo que se ve. Él nos mira a todos y repara en mí, sobre todo en mis ojos casi llorosos, y luego se dirige a los dos hermanos:

-Pero ¿qué pasa aquí? -pregunta, tan sorprendido como yo, aunque creo que él está sorprendido por ver a un extraño en su casa.


































El de la foto es Keeho, de P1 HARMONY, por si no lo conocen ❤️

El de la foto es Keeho, de P1 HARMONY, por si no lo conocen ❤️

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El chico del baño de al lado ✓ Minjoong [Ateez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora