Seonghwa ha sido un mentiroso al decirme que vendría a mi casa «ahora mismo». Son las diez y diez de la noche, nueve horas han pasado y aún no se ha asomado por aquí, y no sé qué pensar. Lo conozco y sé que tarde o temprano va a presentarse en mi casa para pegar gritos o intentar llevarme a la cama. Así cree que lo soluciona todo, pero desde hace un tiempo eso para mí dejó de significar algo. Lo que pasa es que, si aparece, me temo que será borracho, y no puedo evitar sentirme amenazado ante esa posibilidad.
—¿Hongjoong, a estas horas en el baño? No puede ser. ¿Indigestión? —Me sorprende Mingi.
Estoy tan a la mía que incluso me ha asustado que me hablara de repente, como si eso no fuera lo que ha estado haciendo desde hace ya un tiempo.
—No… No sé muy bien qué hago aquí, pero creo que me estoy escondiendo —confieso, y me sale una risilla nerviosa.
—¿Qué? —pregunta—. ¿Escondiéndote de qué?
—Pues verás… Mi novio, mi exnovio, que quede claro —puntualizo—, ha dicho que iba a venir… y sé que vendrá, siempre lo hace, lo que pasa es que me asusta que venga borracho.
—¿Y por qué no llamas a la policía, Hongjoong? —sugiere tan rápido como yo termino de hablar.
—No creo que… No sé, no lo veo necesario. Quizá solo sean suposiciones mías. —Entrelazo los dedos de ambas manos y me paseo de un lado a otro dentro del baño—. Creo que voy a necesitar tu ayuda —digo de repente.
Tal vez sean los nervios, tal vez un poco de miedo. En realidad son ambos, no quiero volver a ceder como otras tantas veces y repetir lo mismo de nuevo. Es un círculo vicioso, un bucle del cual quiero salir. Es enfermizo, y ya que he abierto la puerta para salir, no me puedo quedar contemplando el más allá desde el portal. Tengo que cruzarlo de una vez por todas.
—¿Mi ayuda? —pregunta. Lo noto confuso.
No le culpo, yo tampoco sé muy bien cómo quiero que me ayude.
—Sí, siempre… siempre dice, recuerda o hace algo que me desmoraliza por completo y me arrastra de nuevo a lo mismo. Necesito que me ayudes.
—¿Quieres… quieres que vaya a tu casa? —dice titubeante.
En ese preciso momento el timbre de mi puerta me hace dar un respingo, de tan fuerte como ha sonado. Estoy segurísimo de que se trata de Seonghwa ya que no espero a nadie más a esta hora.
Es momento de recuperar el valor que he tenido horas antes para llamarlo y romper con él. Es hora de echarle huevos y expulsarlo de mi vida.
—No da tiempo, tú solo apóyame en lo que voy a decir, ¿de acuerdo? —suelto rápidamente a Mingi, mientras comienzo a salir del baño para ir a abrir la puerta.
—Claro. Adelante.
Cierro los ojos y respiro hondo cuando lo oigo aceptar. Cuando ya estoy en la puerta, presiono el botón del interfono. No me ha hecho falta preguntar: me ha soltado un «Abre» apenas he descolgado el telefonillo.
Avanza hacia mi puerta después de salir del ascensor. Su rostro lo delata: se ha ido de copas con sus fieles y mal influyentes amigos. Trae la misma cara de «Aquí estoy yo, ¿qué?, ¿pasa algo?» que le pone ese par de copas de más.
Me cruzo de brazos y levanto ligeramente el mentón. Los nervios, la inseguridad y los miedos que surgen acojonan, pero en estas ocasiones hay que hacerse el fuerte. Aunque sea mentira al principio, mejor es mantenerte firme que derribarte tú mismo.
—¿Qué es eso de que quieres que te deje, Hongjoong? —me pregunta a la cara, apoyando ambas manos en el marco de la puerta.Mis cejas se elevan sin poder remediar la sorpresa.
—¿Perdona? ¿Que tú me dejes? Te he dejado yo, Seonghwa —le digo yendo hacia el baño, donde me he dejado doblada su camiseta ya limpia.
Esto es increíble. Tiene la cara de venirme con eso, cuando es perfectamente consciente de que yo soy quien está poniendo fin a esta relación.
—Lo que sea. —Manotea en el aire y luego se apoya con las dos manos en el marco de la puerta del baño.
Comienza a silbar la canción de la introducción de Los Simpson y a zapatear con un pie al mismo tiempo.Sí, está borracho.
Mira la camiseta que tengo en las manos, sonríe y se toma las molestias de señalarla con un dedo.
—Te la di yo cuando hicimos el amor por primera vez —dice.
Mi estómago se encoge y me provoca náuseas, no por el recuerdo, sino por la rabia que me da que ni siquiera sea capaz de recordarlo tal como fue y se lo esté inventando. Además, confío en que Mingi siga en su baño, y no me apetece que escuche las bobadas que inventa Seonghwa para, según él, enternecerme.
—¡Dios!, ¿en serio? Ni siquiera recuerdas por qué tengo tu maldita camiseta.
—Bueno, qué más da. —Vuelve a manotear en el aire como si estuviera espantando una mosca—. Ahora déjate de tonterías y ven conmigo a la cama.
—¡No! —me niego, pero ha sonado demasiado fuerte como para haber sido solo mi voz. Me parece que Mingi también ha respondido lo mismo.
Seonghwa me mira extrañado porque, al igual que yo, también ha notado que alguien más ha intervenido, la única diferencia es que él no sabe de quién se trata.
—No pienso irme a ninguna parte contigo, ahora ten esto. —Le paso la camiseta, pero no la coge—. Cógela y vete.
—Yo he venido a hablar —dice, y se ríe.
—No quiero hablar contigo, y menos borracho. Además, ahora va a venir Mingi y no quiero que estés aquí.
Seonghwa enarca ambas cejas y coloca los brazos en jarra. No se esperaba eso.
—¿Quién mierdas es Mingi?
—Mi vecino, un amigo con el que trabajo.
—¿Y a qué va a venir a estas horas a tu casa?
—A terminar algo del trabajo, pero eso a ti no te incumbe.
Su cara se pone tan roja como el magma de un volcán, y al segundo, como respuesta a lo que le he dicho, lanza un puñetazo contra la puerta del baño. Yo me estremezco y amago con encogerme, pero no lo hago. No me va a intimidar, por muy agresivo que quiera ponerse.
—¿Me has estado poniendo los cuernos, Hongjoong?
Su cinismo puede conmigo. Levanto un dedo señalando hacia fuera.
—Serás cínico, ¡vete ahora mismo! ¡Vete!
Le propina otro golpe a la puerta. Este se oye más fuerte, al parecer, porque Mingi se manifiesta.
—Hongjoong, ¿estás bien?
A Seonghwa se le abren los ojos como dos platos y balbucea algunas palabrotas. Ha captado que la voz no puede provenir de ningún otro sitio que no sea la ventana, así que la señala.
—¿Ese es el tal Mingi? —Se abre paso dándome un empujón para que me aparte, y se dirige directo a la ventana—. ¿Eres tú el idiota del vecinito? —suelta.
—¿Eres tú el grano en el culo de su exnovio? —salta Mingi y me tapo la cara con las manos. Seonghwa tiene tendencia a rebotarse a la primera.
—Qué hijo de puta. —Se ríe, despreocupado—. Él es mío, ¿entiendes eso? Es mi novio, no te acerques a él o…
—¡Cállate! —intervengo yo.
No veo intención alguna por su parte de marcharse de mi casa, así que tengo que ponerme más severo. Miro a mi alrededor y cojo lo primero que me parece más adecuado para echarlo de allí: el desatascador de váter.Lo levanto como si fuera un bate y lo amenazo con él.
—¡Fuera de mi casa ahora mismo, Park Seonghwa!
Él arruga la frente, totalmente fuera de lugar, y me mira como si, de los dos, yo fuera el borracho.
—¿O qué? ¿Tienes un desatascador de váter y no dudarás en usarlo?
—¿Crees que no duele un golpe con esto? La goma quizá no mucho, pero sí el palo de madera. Todo duele con la fuerza adecuada.
Seonghwa levanta los brazos.
—Venga, Hong. Déjalo ya.
—¿Estás sordo? Vete de su casa ahora si no quieres que llame a la policía —vuelve a intervenir Mingi.
—Te voy a machacar cuando te encuentre, pedazo de mierda —lo amenaza Seonghwa.
—No seas ridículo, ni siquiera lo conoces —le digo yo, sin dejar de amenazarlo con el desatascador—. Vamos, fuera de mi casa ahora mismo.
Hwa se me queda mirando un rato considerable sin decir nada. Espero que esté captando en mis ojos que esta vez sí es la definitiva, que no voy a dar mi brazo a torcer. Gruñe y me señala con un dedo de manera amenazadora.
—¿Te crees que me chupo un dedo? Sé perfectamente por qué me estás dejando… —Mira hacia la ventana—. Eres un hijo de puta, Hongjoong.
—Ahora el que quiere machacar a un pedazo de mierda soy yo —suelta Mingi.
Recojo su camiseta con una mano, sin bajar el desatascador. Se la lanzo a la cara y le vuelvo a señalar la puerta principal.
—Déjalo, Mingi. —Tomo el mando de la situación, apretando el desatascador con más fuerza—. Piensa en el ladrón que todos son de su condición, ¿no? —le digo a Seonghwa—. Mejor vete ahora mismo, porque que me insultes en mi propia casa es lo último que te voy a permitir. ¡Vete ya!
Seonghwa me sostiene la mirada fijamente durante unos segundos, se agacha a recoger su camiseta, se la echa al hombro y comienza a recular lentamente. Sabe muy bien que yo nunca habría sido capaz de engañarlo, incluso después de que él sí lo hiciera. Sabe que yo soy diferente a él, pero quería rebajarme a su nivel para no sentirse tan miserable.
—¿Te acostaste con ese cabrón? —murmura, caminando por mi salón hacia la puerta.
—No —digo, yendo tras él con el desatascador en la mano—, yo no soy la misma clase de persona que tú eres. Te merecías un respeto como mi pareja y siempre te lo mostré. Es cosa tuya si tú no hiciste lo mismo conmigo, pero eso no te da derecho a creer que actué igual que tú. No me acosté con él, pero ahora soy libre y él es una persona maravillosa. Puedo hacer lo que me plazca de ahora en adelante.
Se queda con esa cara de querer replicar pero no poder hacerlo. Sonrío satisfecho y le señalo la dirección con el desatascador. Sigue andando hasta que se detiene, sacude la cabeza como si fuera estúpido lo que acaba de pasársele por la mente y sigue caminando hasta que abre la puerta para irse.
—Que te vaya bien, Seonghwa —digo—. Adiós.
Él ni siquiera responde y cierra la puerta tras de sí. Con eso acaba todo. Por fin estoy fuera de su yugo. Por fin soy libre, sin compartir mi vida con una persona tóxica.La sensación es liberadora.
Me apoyo en una pared del pasillo cerca del baño para acabar de creerme que lo he hecho por fin. Desde allí oigo a Mingi diciendo:—Hongjoong, ¿Todo está bien?
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El chico del baño de al lado ✓ Minjoong [Ateez]
FanfictionDespués de un primer encuentro un tanto desastroso, las citas en la ducha en las que Hongjoong y Mingi se conocen se vuelven más frecuentes. Hongjoong tiene un novio, un chico con el que ya lleva ocho años; a su vez, Mingi también tiene pareja desde...