Capítulo 36

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—Y… ¿se fue, sin más? —pregunta Keeho con cara de Neandertal.

Nunca he visto uno, pero me apostaría una cerveza a que tenían el mismo aspecto que él ahora mismo.

Asiento.

—Joder, Mingi. Tú pierdes a los chicos más rápido que las llaves de casa.

Lo fulmino con la mirada y él se encoge de hombros.

—Eso no me ayuda. Sobre todo porque nunca pierdo las llaves.

Se echa a reír.

—Entonces tu problema con las pérdidas solo se basa en los chicos.

—Eso no es cierto. Mantuve una relación durante seis años.

El golpe de algo se oye desde la cocina y ambos miramos. Soul entra y sale desaforado como si estuviera peleando con el monstruo de alguna película de terror allí dentro.

—O sea, solo uno, Mingi, solo te pido un favor en la vida, y es que mantengas a un chico en casa solo unas horas hasta que yo vuelva, y lo que haces es dejar que se vaya —me recrimina él a todo pulmón desde la cocina.

Keeho se ríe de mí, dejando claro con ello que voy a recibir un regaño, como si yo fuera un chiquillo de seis años y hubiera roto el jarrón de su madre. Haku tarda en aparecer en el salón, pero cuando lo hace trae cara de pocos amigos.

—¿Se puede saber por qué se fue? —pregunta, inquisitivo.

—No lo sé, solo dijo que tenía que irse. No lo iba a secuestrar.

Él me atraviesa con la mirada.

—Pero… pero… ¿has esperado tanto tiempo para conocerlo y luego dejarlo ir? O sea, no es que sea tu ex o cualquier otro chico. ¡Es Hongjoong!

Arrugo la frente.

No es que le vea la diferencia. ¿Qué tiene Hongjoong que lo haga especial?

—No me mires así, porque sabes que él es especial para ti —dice.

Arrugo aún más la frente y niego con la cabeza.

—Aterriza, Haku. No es más que mi vecino. —Me encojo de hombros—. Solo se trata de amistad… Es divertido, me cae bien, pero eso es todo. No es como si nos hubiéramos enamorado a través de la ventana del baño.

Suelto una risita socarrona, burlándome de la tontería que acabo de decir, y Keeho me mira como si acabara de darle al botón de autodestrucción de la bomba más grande del mundo.

—¿Cómo qué no, pedazo de ciego? ¿Acaso crees que yo iba a querer conocer a cualquier tipejo de la que me hablaras? —pregunta Haku retóricamente—. No. Sabes perfectamente que nunca me cayó bien tu ex. En cambio, cuando llegué aquí solo me hablaste de ese chico, del condenado vecino de tu baño y, para serte sincero, tenía pensado llamar a un psicólogo, pero no lo hice. ¿Y sabes por qué? Porque descubrí que ese chico te interesaba, te gustaba.

Keeho se levanta del sofá, donde se había sentado segundos antes, y poco a poco se va alejando, en previsión de cualquier reacción contra él.

—¿Qué…? —comienzo a decir, pero me interrumpo a mí mismo riendo—. Soul, ¿cómo me iba a gustar Hongjoong si nunca la había visto? ¿Tú oyes lo absurdo que…?

Da un paso hacia delante y me tapa la boca.

—¿Es que no lo ves?

Su voz tiembla. Me está mirando con esos ojitos de gatito recién nacido. Oh, no. Ay, no, joder. Va a llorar. Va a llorar el muy listo. Porque eso es lo que es: listo. Sabe que cuando llora me ablanda, como a Keeho cuando le sonríe.

—¿Es que no te has dado cuenta? —pregunta, quitándome a la vez la mano de la boca—. Cada cosa que me has contado de Hongjoong, cada descripción de su voz, su personalidad, su risa, cada rasgo que me diste. Mingi, ¿acaso no te das cuenta? Te gusta como es él, no lo que ves de él.

Parpadea para controlar el agua que se acaba de reunir en sus ojos y me abraza.

—Te quiero como el hermano que nunca tuve y te conozco bien, porque eres mi familia. Sé lo que siempre has buscado en un chico y sabía perfectamente que tu ex no tenía nada de lo que tú necesitabas.

Se aparta para mirarme. La línea del recorrido de una lágrima ha quedado dibujada sobre su mejilla izquierda.

—A veces no se necesitan los ojos para encontrar el amor. —se limpia las lágrimas antes de añadir—: Y eso tú lo sabes mejor que nadie, Mingi.

Me siento tentado de poner los ojos en blanco. Él y todas esas frases cursis de sus libros… Pero, como sé que se va a enfadar si lo hago, me resisto y simplemente lo abrazo.

—Son casi las dos de la madrugada, ¿de verdad creías que lo iba a retener aquí durante todo este tiempo?

Haku niega con la cabeza.

—No, retenerlo no. Tenía la esperanza de volver y encontrarlos muertos de la risa, como me contaste que hacían cuando hablaban en el baño. Esperaba que no quisiera irse, no que charlara y tomara algo contigo y luego se fuera corriendo.

Le sonrío a medias y le remuevo un poco el pelo.

—Creo que me dijo algo de que Cenicienta era su prima… no estoy seguro.

Haku me propina un puñetazo juguetón en el costado y se aleja llamándome idiota. Keeho aparece en el plano encogiéndose de hombros como si dijera con el gesto: «¿Qué quieres que haga? Él tiene razón. Eres idiota».

O quizá eso es lo que me estoy diciendo a mí mismo.

El chico del baño de al lado ✓ Minjoong [Ateez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora