cap. 37: "En el Reino de Ithalam"

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Por lo menos Enywen se negaba a informar qué había pasado con la batalla que Fractalia sostenía con las criaturas de la cueva de los lamentos, suficiente era con ofrecerles, agua, comida y ropa… la princesa élfica había echo que llevaran el cuerpo petrificado de Blaise…

-¿Crees que se pueda hacer algo?

-¿Dónde estaba este humano? – preguntó Enywen

-Dentro de un hada de luz, de las pequeñas – aclaró Iron – dentro de Nicolleta…

-La preferida de Mab… supongo que la reina debe estar acongojada de que su mejor elemento, el más fiel, halla acabado en manos de tu gente… Iron…

-Ellos estaban tendiendo trampas a las hadas de luz… tienen la carne más dulce y por eso las cazaban… Nicolleta por defender a dos hadas machos, sufrió una herida mortal y ellos la terminaron de eliminar…

-Yo no puedo deshacer este hechizo, es una protección que Nicolleta le había puesto… pero ya se quien me va a ayudar…

-¿Quién?

-¡Que venga la Glaistig! – Ordenó Enywen a su gente

-¿Una Glaistig está a tu servicio? – Chilló Diandra

-¿Qué es una Glaistig, otra hada?

-Una muy peligrosa – Murmuró Di y de pronto Harry se quedó mudo… pues una mujer con torso humano y el resto de su cuerpo de cabra, entraba majestuosa y pausadamente, se detuvo y se volvió a ver a Diandra… fijamente, ella tuvo miedo ante esos ojos fulgurantes rojo fuego y abrazó a Harry con fuerza, escondiendo su rostro en su espalda.

-Un hada oscura como tú no debería tenerme miedo… - Sonrió con burla haciendo unos ruidos con los cascos de sus patas.

Harry entrelazó la mano de Diandra con la suya y los ojos de la Glaistig se focalizaron en la unión… volvió a reír y sacudió su cabeza.

-Para destruir la maldición que impera en el bosque, necesitarán todo ese “amor” pero las consecuencias serán desastrosas

-¿Por qué lo dices? – Chilló entonces Diandra, asomando sus ojos bellos por arriba de los fuertes hombros del moreno, mientras sin querer le depositaba un besito en una cicatriz que tenía y contrastaba con la blancura de su piel, ante eso, la Glaistig hizo un gesto.

-No deberías encariñarte tanto con tu humano, Diane Ángelus… esa mascota tuya es reemplazable…

-¿Qué? – Gimió Harry ¿Qué le había llamado mascota? ¿Cómo así?

-Te recuerdo tu naturaleza Diandra… ¿Ya no recuerdas todo lo que dicen las Hadas negras? ¿No recuerdas los versos? ¿No te acuerdas de cantarla en las noches?

-N-no…

-Claro y el hechicero no tiene ni idea de lo que versa entre las hadas de oscuridad…

-Yo ya no soy…

-Aunque no tengas alas, niña, eres un hada oscura… y eso no te lo podrás quitar ni aunque mueras…

-Deja de molestar a Diandra…

-No… yo quiero que cante… ¿Nunca la has escuchado cantar?

-No – dijo Harry extrañado ¿Diandra cantaba?

-Las hadas de la música, tienen once tonadas, una es particular para aquel que les robe el corazón… las hadas oscuras tienen once temas funestos… el onceavo, es para matar… a aquel que les quiera robar el corazón… Por algo, Diandra es digna representante de Lorelei de las Islas Hébridas…

La Leyenda del Hada y el MagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora