Cap. 44: "La danza de las hadas"

4 0 0
                                    


Era el amanecer de ese nuevo día y Blaise no podría estar mejor en ese momento, Iron se desvivía por atenderle, le daba de beber, le ayudaba a comer y lo procuraba de atenciones y comodidades, el moreno aún no podía ver bien, su vista seguía nublada y borrosa… Draco observaba desde el umbral, en esos momentos y aunque le molestara, tenía que permitir que Hermione estuviera con sus amigos.

-¿Cómo estás? – Preguntó Draco desde la puerta, mirando de reojo a Iron, quien tímidamente se apartaba, como temiendo que el rubio le arrancara el velo que cubría su deformidad.

-Mejor… Gracias a Iron – sonrió.

Los ojos de la chica brillaron de alegría…

-Partiremos pronto hacia donde vive una de las hadas… ¿Tendrás fuerza para viajar? La princesa Enywen dice que aún no puedes ver bien…

-Iron viajará conmigo… ella será mis ojos… una de las curanderas dice que para que el sol y el aire no lastimen mis ojos, deberé permanecer vendado, al menos durante el camino y ya en la sombra o al atardecer, me quito la venda y descansaré la vista…

-Estarás bien amigo…

-Iron me ha estado contando algunas cosas que ha escuchado… ¿Es cierto que salís con Granger?

-Pues… si…

-¿Cómo?

-No lo sé, solo sucedió…

-¿Vas en serio o solo es por pasar el rato?

-Ella… no lo sé… Siento que todo va en serio pero…

-¿Pero?

-Pero si logramos regresar a nuestro mundo… no sé que pasará con nosotros…

-No deberás dudar en el bosque – Dijo Iron quedamente en su esquina, mientras doblaba con infinito cuidado las ropas que le habían echo los elfos a Blaise.

-¿Perdón?

-A veces… los escuchaba a ellos… a esas bestias… decir algo sobre la maldición del bosque que debía ser rota por el poder del amor… sin titubeos… Aunque ellos luego preguntaban que era eso del “amor”… bestias al fin – Murmuró con amargura.

Los chicos estaban en silencio…

-Entonces si ustedes entran al bosque – Siguió – Tendrán que tener su mente clara y sus sentimientos limpios… o la maldición los alcanzará… ¡pero eso no lo digo yo! Lo escuché a los elfos…

-No quiero ir ahí – Dijo Blaise

-Yo tampoco – Murmuró Draco – Pero no me queda de otra… O nunca volveremos…

-Ya escape de la muerte una vez… pero otra – Gimió Zabini, mientras que Iron desde su esquina, le miraba sumida de nuevo en sus pensamientos…

-…Morir por ti…

Los preciosos ojos de Karin Akelaah estaban enrojecidos… No había podido dormir bien, ella, ella que con solo el hecho de acostarse en su mullida cama de flores, dormía tranquilamente, no lo había podido hacer.

¿Qué demonios le estaba pasando?

¿Pensando en Ronald el resto de la noche? ¡Tenía que irse a casa lo antes posible! O si no, se volvería loca, pensando en ese insulso humano… se levantó de repente, y al primer rayo de luz, sus ropas se cambiaron por un hermoso vestido y fue hacia la habitación de Ron.

Esa mañana sentía una imperiosa necesidad de verle… ¿Para que? Ni ella lo sabía… Pero ella subió a la habitación, pero Ron no estaba en su cama, así que escuchó un chisporroteo e inconcientemente se dirigió hacia el baño y abrió…

La Leyenda del Hada y el MagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora