cap. 64: Hermanos de la noche

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Iron hipaba sentada frente al lago, luciendo poco agradable, porque masticaba el trozo de una criatura del lago, con su boca ensangrentada y sosteniendo en la otra un pergamino en el cual había pintado el rostro de Blaise Zabini...

Si... Iron había encontrado esa habilidad secreta una noche mientras lo cuidaba y él dormía, había tomado una tiza y sobre un pergamino, había comenzado a trazar el rostro del chico, quedándole muy bien... Así era.

Terminando sus ojos, mientras era revisado por las curanderas, aunque si le hacía falta el brillo que en ese momento no tenía.

-¿Pero que es esto? – Hablaron a sus espaldas.

Ella se volvió de inmediato, descubriendo a un hombre, alto, bien vestido, con una cazadora negra, muy elegante, cosida por las pequeñas hadas oscuras hiladoras, una piel blanca y el cabello negro, largo, con unos ojos iguales a los de Iron...

Era Casanova-Dark...

-¡Oh! – Gimoteó Iron poniéndose en pie...

-¿Quién eres? – Inquirió mirando el parecido en sus ojos, en el cabello oscuro.

-¡No te acerques! – Gruñó ella y Casanova se detuvo al ver la deformación de sus dientes que ella cubrió con la manga de su asquerosa túnica.

-¿Quién eres? – Volvió a preguntar Casanova jugueteando con sus acostumbradas rosas – Nunca te había visto...

-Si no te vas, te lastimaré – Dijo ella, temblando

Casanova miró al piso y vio a una criatura destrozada, en un cuadro que a cualquier otro, le hubiera parecido lo más horrible del mundo.

-Yo te conozco – Dijo Casanova

Y de repente los ojos de Iron se enfurecieron...

-¡Tú, maldito traidor! ¡Me dejaste abandonada cuando los salvajes invadieron nuestro hogar! – Gritó

-¿Qué?

-¡Si, me dejaste a merced de los salvajes, saliste huyendo y permitiste que se comieran a nuestros padres y me tomaran prisionera! ¡Ellos me hicieron esto! ¡Me hicieron deforme!

-Eres mi hermana...

-¡Te odio y voy a matarte! – Gritó Iron aventando el trozo de carne y el trozo de pergamino que fue a dar a las manos de Casanova-Dark que lo arrugó.

-¡NO! – Chilló Iron.

-¿Qué es esto? – Sonrió Casanova mirando el retrato - ¿Es un elfo?

-¡Dámelo!

-NO... no es un elfo... ¿Es un mago? ¿Estuviste con los hechiceros, eh? ¡Ah! ¡Estabas en ese campamento! Así que... huiste de ahí... ¿De quien? ¿De este? – Azuzó el trozo de pergamino...

-Devuélvemelo...

-¿Te despreciaron hermanita? ¿Por qué presiento eso? – Se burló Casanova – ¿Para eso saliste de la cueva en donde te tenían?

-¡Dámelo! – De pronto ella gritó y se lanzó hacia su hermano levantando la mano y las uñas le volvieron a crecer rápidamente y dio el zarpazo...

Casanova apenas y tuvo tiempo de desviar el rostro para evitar el arañazo filoso, aunque unos cabellos volaron y soltó el pergamino, Iron lo tomó de inmediato y se lo metió dentro de sus mugrientas ropas.

-Si, que eres peligrosa – Murmuró Casanova – Y no se que tipo de habilidades tienes... Pero te advierto... hermana... No trates de agredirme de nuevo... o no la contarás...

-¿Qué puedo esperar de ti? ¡Tú me dejaste morir!

-Pero estás viva... y deforme...

-¡Lárgate, déjame en paz!

La Leyenda del Hada y el MagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora