cap. 52: El beso y la celebración

7 0 0
                                    

-¿Qué desea? – Los hados que custodiaban la puerta centraron sus lanzas que destellaban chispas.

-Hablar con la princesa Karin...

-Ella no quiere ver a nadie, lo lamentamos mucho, pero quizás mañana solicite una audiencia y...

-¿Qué les pasa? – Gimió Ron furioso - ¡Yo le salvé la vida, ella me ama y ahora me salen con estas estupideces! ¡Quiero verla ahora! – y sacó su varita mágica, decidido, o sería por las buenas... o por las malas...

-Dejadlo pasar – de repente apareció Tayri del aire, de la nada – Este hechicero merece pasar... porque a salvado a vuestra princesa...

-Nuestra no es, príncipe – dijo uno de ellos – pero se nos ha ordenado que no dejemos pasar a nadie y...

-Y yo respondo por vosotros ¿No confiáis en mi?

-Por supuesto – y ambos levantaron las lanzas y Ron entró furioso, aunque una vez dentro del hermoso palacete, trató de controlarse.

-Si la princesa se pone violenta, solo díganle que hable conmigo... que tengo mucho mayor rango que ella... No podrá dañadlos – Y haciendo un movimiento lanzó un polvo mágico de la nada – Estáis protegidos por mi...

-Muy bien – hicieron una reverencia y Tayri desapareció.

Dentro del palacio, Ron se sentaba en los escalones, aún retumbaban en su cerebro las palabras de Diandra y las afirmaciones de Venus ¿Por qué, porque todos tenían que poner en duda su amor por ella?

El la amaba y ella a el... ¿Por qué no podían aceptarlo? Porque no...

"En realidad yo dudo tanto de ti, por mas que intento no me dejo llevar, bebo tu amor y me siento fatal, pero yo te quiero, bien y mal"

Ron siguió su camino hacia las habitaciones de Karin, ese era su palacete personal, así que solo ella estaba, en algún lugar... y se dedicó a buscarla, aunque sentía que le dolía el corazón.

Karin terminaba de darse un baño de aguas dulces, y estaba con una hermosa y delicada bata hecha con hilos de seda y plata, su delicada silueta se podía vislumbrar...

Ron se detuvo al verla tan hermosa como siempre y cuando ella lo vio, primero enfureció, pero no lo demostró tanto y se acercó a el.

-¿Qué te sucede Ronald? ¿Por qué has entrado sin mi autorización?

-Necesitaba verte... ¿Por qué te has negado a verme? ¿Acaso todo lo que has dicho que sientes por mi es una mentira? Tú... ¿tú ya no me quieres?

-Yo... bueno – Karin lo pensó un par de veces, si destrozaba el corazón de Ron en ese momento, se haría un gran lío y ni con eso, la boda se cancelaría y la pasaría peor en su cumpleaños.

-Por favor – Ron se acercó un poco más - ¿Todo ha sido mentira entonces?

-¡Claro que no! – Respondió indignada - ¿Quién te ha dicho tantas estupideces? Seria incapaz de engañarte... yo... te canté la melodía del amor ¿Qué más pruebas quieres?

-¡Lo sabía! – Respiró aliviado.

-Seguramente fue Venus... ¡Me quiere separar de ti a toda costa! Ella es la envidiosa... no soporta verme feliz.

-Gracias princesa – Sonrió Ron, el rubor volvió a sus mejillas y sus ojos volvieron a ponerse expresivos, con esa mirada tan tierna.

-Y si no quería ver a nadie, era por lo de mañana... ¡No es justo Ronald, no lo es! Deberían celebrarme a mí, no a esos dos...

-Lo sé, lo sé... tranquila... - y se acercó a ella, acariciando sus cabellos, por un momento... Karin se sintió pequeñita a su lado, Ron era alto y grueso, con esas manos grandes que varias veces la habían acariciado tan tierna y necesariamente.

La Leyenda del Hada y el MagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora