Cap. 7 "Entre hadas y elfos te veas:

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Harry salió por un extremo del bosque, a unos metros de donde sus amigos le gritaban, el pelinegro soltó a Diandra en el césped, mientras que trataba de aspirar todo el aire que había gastado y su rostro estaba bañado en sudor, tras el salió el elfo, mirando a todas partes.

Ron se percató de donde había salido su amigo, por lo que de inmediato, salieron corriendo hacia el, excepto Karin, quien al ver al elfo, se detuvo y avanzó con lentitud, haciendo una mueca. En tanto Harry, volvió a recorrer el cuerpo de Diandra, seguía con los brazos y las manos desgarradas, lentamente le dio la vuelta y su rostro había recuperado su belleza, excepto por las heridas que tenía.

-No te culpes – dijo el elfo como leyendo sus pensamientos – Diandra siempre ha sido así… en verdad no entiendo a los humanos de tu tipo… debiste dejar que el bosque se encargara de ella… sin embargo… por otra parte… el destino esta escrito y ella forma parte de el… y aunque esta vez tu lo ocasionaste, van dos veces que la salvas… me pregunto si lo lograrás la tercera…

-¿Quién eres?

-Me llamo Aldrick Gabrewsky de la aldea Liosalfar, Elfo de la luz, al servicio de Mab, la reina de las hadas, estoy buscando a la princesa karin Akeelah, que fue secuestrada por duendes o gnomos al servicio de Anga, el espíritu maligno de este bosque.

-Llegaste al lugar adecuado – respondió Harry mientras revisaba a Diandra, que al comenzar a reaccionar sintió un terrible dolor en el cuerpo, y cuando alcanzó a ver sus manos seriamente dañadas, comenzó a gritar.

-No dejes que llore – Advirtió Aldrick – o morirá – pero ya los ojos de Di, se humedecían y las lágrimas se comenzaban a asomar una a una.

-¡Que puedo hacer! – gimió Harry secándolas, pero éstas parecían que le quemaban la piel al hada.

-Bébelas…

-¿Qué?

-Bebe sus lágrimas, hazlo rápido, solo así evitarás que muera ¡rápido! Si las bebe su salvador, éstas no le provocarán la muerte… por sus heridas no te preocupes, yo las sanaré.

Y Harry no tuvo más remedio que comenzar a tomar cada una de sus lágrimas, mientras el elfo sacaba algunas sustancias de su alforja, seguramente trataría de dormir a Diandra, para que no siguiera histérica y dándole una jaqueca al pobre mago.

Sus amigos no dijeron nada cuando vieron las condiciones de Diandra, Harry tampoco tenía muchas ganas de hablar, así que la volvió a tomar entre sus brazos y decidió llevarla a su recámara, el elfo ya le había indicado que le sanaría sus heridas. Claro que el elfo no siguió de inmediato a Harry, porque su misión de el, era Karin Akeelah.

-Princesa – se acercó a ella – Su madre pidió a la reina Mab que la encontraran… Afortunadamente supimos que había escapado y estaba en este lugar, con ayuda de Nicolleta…

-Pues no podremos regresar… Sabes bien que no puedo regresar a casa sin antes atravesar este bosque… Pero ya que estás aquí, tendrás que asistirme en todo y buscar la manera de sacarme de aquí – respondió con altivez.

-Con todo respeto princesa – sonrió el elfo – No soy su esclavo ni su sirviente, seré su guardaespaldas en dado caso, y la protegeré de cualquier mal, pero nada más.

-¡Eso es insubordinación!

-Los elfos ayudamos a las hadas, pero no somos esclavos no te confundas conmigo princesa, así que mejor compórtense y me da mi lugar, o pasaré las quejas a su madre.

Karin no dijo nada, pero hizo un gesto y se dirigió hacia el castillo, seguida por el elfo, mientras que el resto de los chicos le miraban interrogantes, pero debido al estado de Diandra, decidieron guardar las preguntas para después.

La Leyenda del Hada y el MagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora