40. Una Familia

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Abril 2028

Meses más tarde, habían conseguido poner de acuerdo a las dos familias y organizar entre todos una escapada en Semana Santa al Cabo de Gata en una casa rural a pocos minutos de las calas y playas que habían planeado visitar. El tiempo una vez más parecía que iba a acompañarlos, las predicciones apuntaban a una subida de temperaturas en el sur y lo iban a aprovechar al máximo. Poco tardaron Martin y Chiara en contratar rutas en kayak además del día en barco que les llevaría hasta una de las calas de peor acceso a pie y que por supuesto, no iban a quedarse sin conocerla.

Con el amanecer saludando por el horizonte arrancaron los cuatro coches. Martin, Juanjo y la pequeña Sofía iban los primeros, Juanjo siempre había sabido manejarse bien con las direcciones y se ofreció a encabezar el pelotón. En otro iban Manu y Noe acompañados de Alberto, que tuvo que soportar junto con Manu a sus hermanas Susi y Tere cotillear con Noe durante gran parte del trayecto. En los dos últimos coches de la fila Ruslana iba de copiloto de la que ahora ya podía llamar su pareja, seguidas por Chiara y Violeta, que batallaron durante todo el recorrido contra el aburrimiento de Lúa y la desesperación de Leo.

Finalmente, llegaron cerca de las cinco de la tarde tras hacer varias paradas técnicas durante el camino, para repostar, comer, cambiar pañales, etc. La casa que se imponía ante ellos lucía colores blanquecinos dando la sensación de vitalidad, los decorados eran de un azul cielo que daban la sensación de frescura y calidez al mismo tiempo, las habitaciones se repartieron antes de llegar ya que todos sabían que iba a ser un caos y llegarían muy cansados como para discutir, así que cada uno cogió sus maletas y se asentó.

Los hermanos de Susi y ella compartirían una de las habitaciones grandes dejando a las dos parejas más jóvenes las habitaciones dobles y otra un pelín más grande y equipada con cunas y camas más pequeñas para los tres pequeños.

Pov Violeta

La casa ahora mismo era un completo caos, las maletas y las bolsas estaban todavía de por medio, los más pequeños ya cansados del viaje no paraban de llorar, los gritos entre la planta de arriba y la de abajo no cesaban en el intento de reunirnos a todos en la planta baja para organizar las tareas...

Respiré profundo y me centré, estaba calentando el potito de Leo y no quería calentarlo de más. Al echarlo en un bol cogí una cuchara y me dirigí hasta la mesa del salón donde Chiara esperaba intentando calmar a Leo entre sus brazos.

—Gracias amor -Kiki me sonrió con los ojos cansados.- Leo cariño, mira lo que te ha traído mamá

Chiara le dió la vuelta haciendo que nuestro pequeño mirase directamente al bol que tenía enfrente suya empezando a dar palmadas como un loco parando de llorar de golpe. Otra cosa no, pero si algo caracterizaba a Leo desde el día en que nació es que era un glotón, si no que le preguntasen a mi mujer que muchos días tenía que levantarse hasta tres veces de madrugada.

—Quédate con quien te quiera y te mire como mira Leo a los potitos -bromeé dejando un beso sobre la cabeza de mi mujer.

—De hecho, a todo lo que sea comestible -me siguió Kiki acariciando la mano que había dejado sobre su hombro.

Unos minutos tuvieron que pasar hasta que conseguimos estar todos en la misma planta, nosotras seguíamos dando de comer a Leo mientras Sofía comía en brazos de Juanjo.

—Vamos a ver, hay que hacer las compras -comenzó Manu.

—Las listas están hechas, las tenéis en los archivos del grupo -dije yo.

—Para que no se olvide nada -apuntó mi madre con retintín a sabiendas que a veces ocurrían despistes y el Mercadona más cercano estaba a media hora en coche.

Cometas Por El Cielo (Kivi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora