15 de Agosto 2027
Pov Chiara
Quién. ¿Quién nos mandaría a hacer una mudanza en Agosto? Yo tengo la respuesta: Violeta Hódar, mi querida y amada esposa que, cuando el jefe de obra de nuestra nueva morada le hizo saber que quedaba alrededor de un mes para terminar por completo la construcción no dudó en ir a por cajas de cartón e ir apilando una por una a medida que las llenábamos en la entrada.
Ahora, después de ir a las seis de la mañana a por la furgoneta que habíamos alquilado para llevar los trastos, haber subido todo lo posible detrás y conducir los veinte minutos hasta nuestra casa y volver para finiquitar con lo que quedaba sumándose la ayuda de Martin y Alex, en el reloj daban las doce del medio día y el sol de Agosto junto con la humedad nos hizo parar en la misión de soltar las cajas en la nueva entrada.
Las gotas o, mejor dicho, los goterones de sudor caían por mi frente empapando hasta el cuello de la camiseta que llevaba puesta, no sé si eran paranoias mías pero empezaba a marearme.
—Chicas es momento de ir a hidratarse un poco, estamos muertos y no creo que sea muy sano seguir ahora con el sol pegando tan fuerte -aconsejó Alex que ya se había percatado de mi estado.
—¿Con hidratarse te refieres a beberte dos tercios de una sentada Alex? -Alzó la ceja con una sonrisa mi mujer.
—Por supuesto Violet
—No esperaba menos de tí, venga que yo creo que te voy a echar una manita -accedió cerrando bien las compuertas de la furgo.
—Anda mírala ella, ¿quién conduce después de vuelta guapa? -La miré imitando su expresión de antes, las cejas alzadas y la boca semiabierta, a decir verdad un poco contrariada, entre el sol, la falta de sueño y el calor estaba más irascible de lo normal.
—Yo -entro en escena mi hermano dándole vueltas a las llaves de la casa con en su dedo índice.- Estoy con la pastilla esa para la migraña, no debería beber así que no lo voy a hacer, además Juanjo después se preocupa
—Eres un gobernado -me reí.
—Bueno tú ya tenías asimilado que no ibas a beber así que no te pases hermanita que somos dos gobernados
—Martin te estás ganando quedarte sin las entradas para el musical ese -le advertí escuchando la risa de mi mujer y Alex que veían la escena desde fuera..
—No digo nada más Kiki, ¿vamos al bar que está fuera de la urbanización? Me han dicho que está genial
—Me parece bien, ¿cerraste? -Señalé la casa.
—No, la dejé abierta para que cualquiera entre a ver la humilde morada de mi hermanita -me chinchó guiñandome un ojo.
—Anda vamos -cortó Alex la no pelea.- Que a este ritmo las cerves se nos calientan
Los chicos empezaron a andar dos o tres pasos más adelantados que nosotras, como ya era costumbre metí mis manos en los bolsillos del pantalón corto de chándal sabiendo que Violeta entrelazaría nuestros brazos.
—¿Está enfadadita mi guiri? -Preguntó con una mezcla de vacile y preocupación real.
—Puede ser -me hice la digna sacándole una sonrisa por el camino.
—¿Y por qué está mi guiri enfadadita si se puede saber?
—Por que a mi mujer le ha parecido buenísima idea hacer la mudanza un quince de Agosto y no esperar a primeros de Septiembre y encima me ha querido engatusar para conducir yo durante toda la mudanza y me parece de todo menos justo -expliqué siguiendo su técnica de mezclar tonos para dar suavidad a lo que intentaba comunicar.