34. Menudo Monumento

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Mayo 2026

Pov Chiara

Violeta arrastraba la maleta grande mientras que a mí sólo me había dejado llevar la mochila de cabina que pesaba más bien poco, a cambio me había dejado atrás con mi suegra y nuestra hija con la excusa de estar buscando el mostrador de facturación.

Los veinte minutos que habían del párking a la terminal terminaron siendo casi cuarenta al llevar a la Susi detrás nuestra repitiendo como un papagayo que nos llevásemos agua suficiente a las excursiones, que tuviese cuidado con las aglomeraciones y que no nos olvidásemos de ella, que mandásemos muchas fotos.

—Mamá tenemos que facturar ya -dijo mi mujer con claro signo de cansancio después de llevar cerca de una hora escuchando la retahíla de su madre.

—Hija mira que eres saboría, menos mal que mi nuera me tiene un poquito más de aprecio y me sabe escuchar

—Eso, aprende Vio -piqué yo.

—Tú calla, eres una traidora

—Y tú una ratilla convenida -señalé con disimulo la maleta y a la Susi.

—Mira no me tires de la lengua, marrana -me advirtió con el dedo erguido al igual que una de sus cejas escudriñándome por encima de sus gafas.

—Dejad de hacer el tonto y dadme un abrazo a mí y a vuestra niña -cortó la Susi.

Después de unos minutos llenos de besos y abrazos tocó separarnos.

—¡Mami, que no me he despedido de mi hermanito! -Gritó Lúa.

—Venga, seguro que él también quiere -le sonreí.

Me destapé un poco la barriga que ya había adquirido bastante volumen, Lúa se acercó y como siempre puso su orejita en mi ombligo para después hacer una pedorreta con su boca. A los pocos segundos ambas notamos el impacto de una de sus piernas contra mi barriga.

—¡Mamá, mami! Me ha escuchado -saltó Lúa agarrada a mis manos.

—Ay, me la como -comentó mi suegra.

—Claro mi amor, él también se quiere despedir de tí -le respondí peinándole el pelo con mis manos, gesto que poco a poco aceptaba un poco más, incluso a veces venía cuando estábamos en el sofá viendo cualquier cosa en la tele, se apoyaba en mi regazo y llevaba mi mano directamente a su cabeza.

—Sabe ya perfectamente que eres su hermana y se alegra al escucharte -le explicó Vio.

—¿Por eso le habláis mucho y le ponéis música? -preguntó curiosa.

—Claro, parece que como es muy pequeñito no se da cuenta de las cosas pero en realidad sí que capta pequeñas cosas -le siguió explicando.

—Entonces voy a escribir mucho en mi diario para después cuando volváis poder contarle como vosotras hacéis lo que he hecho estos días -soltó decidida Lúa.

—Nos parece maravilloso mi amor, seguro que le encanta -le contesté yo dejando un beso en su frente agachándose menos gracias al mini estirón que había pegado Lúa en estos últimos meses.

—Pasadlo muy bien mis niñas, os queremos mucho, id con cuidado -se despidió la Susi.

—Y nosotras a vosotras, portate bien con la Yaya Lúa y hazle caso -dijo Violeta mientras empezaba a arrastrar la maleta.

—¡Hasta el domingo!

Una hora más tarde esperábamos de pie en la cola de embarque, yo me distraía con un juego que me había descargado hace poco en el que tenías que ir sorteando trenes sin tropezar con ellos mientras que Violeta me miraba desde atrás jugar soltando comentarios cada vez que salía de un momento de máxima concentración para no pegármela o cuando estaba a punto de perder.

Cometas Por El Cielo (Kivi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora