Tensión

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En los días siguientes, la tensión entre Max y Victoria era palpable. Aunque no se hablaban, el enojo se podía sentir en el aire, como una nube oscura que se cernía sobre la casa. Sus miradas evitaban cruzarse y los silencios entre ellos eran más ensordecedores que cualquier grito.

Nadie en la casa se atrevía a preguntar qué había pasado. Era como si todos hubieran decidido colectivamente fingir que no existía el conflicto, aunque la incomodidad era evidente. Los demás hermanos y yo hacíamos lo posible por mantener la rutina, esperando que el tiempo suavizara las cosas.

Unos días después, me encontré en el granero con Max. El olor a heno y el polvo flotando en el aire me ofrecían una sensación de normalidad. Max estaba cargando costales de alimento para los animales, su cara endurecida y sus movimientos mecánicos.

Suspiré, agarrando una escoba para barrer el suelo.

—¿Aún no quieres hablar? —le pregunté, rompiendo el silencio.

Max negó con la cabeza mientras levantaba otro costal y lo colocaba en su sitio. Su mandíbula estaba tensa y sus ojos evitaban los míos.

—Tal vez pueda ayudarte —insistí, buscando una manera de romper esa barrera.

—Sergio, esto no es como tú y tus hermanos —dijo, bajando el costal con un golpe sordo. Me miró brevemente antes de continuar—. Victoria y yo somos así. Las cosas se arreglarán.

—Pero... —intenté argumentar.

—Nada —me interrumpió, volviendo a su tarea con determinación. Su tono era firme, dejando claro que no quería seguir hablando del tema.

Nos sumimos en un silencio incómodo, trabajando lado a lado. A pesar de sus palabras, no podía evitar preocuparme. Max y Victoria siempre habían tenido una relación complicada, pero esto parecía más grave que cualquier otra pelea que hubieran tenido antes.

Mientras barría, mis pensamientos se desviaban a cómo podría ayudar sin entrometerme demasiado. Max y Victoria eran diferentes de mis otros hermanos, su relación era más volátil y difícil de manejar.

Finalmente, decidí que tal vez lo mejor era darles espacio y tiempo. Quizás, como había dicho Max, las cosas se arreglarían solas. Terminé mi tarea en el granero y salí al aire libre, dejando que el sol de la tarde me calentara el rostro.

Los días siguientes siguieron un patrón similar. Max y Victoria continuaban evitando hablarse, pero poco a poco, la rutina diaria comenzó a suavizar las tensiones. Mis otros hermanos y yo tratábamos de mantener el ambiente lo más ligero posible, y aunque la sombra de su conflicto seguía presente, había momentos en los que casi parecía que todo estaba bien.

Un día, mientras cenábamos en silencio, noté a Victoria mirando a Max con una expresión más suave. Max, por su parte, parecía menos tenso. Quizás, después de todo, el tiempo realmente estaba haciendo su trabajo.

La tensión entre Max y Victoria no mostraba signos de disminuir. Cada día que pasaba, se hacía más evidente que alguien tendría que intervenir para que las cosas volvieran a la normalidad. Decidí que era mi turno de intentarlo, así que busqué un momento tranquilo para hablar con Victoria.

La encontré en el jardín, sentada en un banco mientras observaba las flores. Me acerqué con cautela, intentando no alterar su aparente calma.

—Victoria, ¿podemos hablar? —le pregunté, sentándome a su lado.

Ella me miró de reojo, con una expresión que sugería que ya sabía lo que iba a decirle. Aun así, asintió levemente.

—He notado que las cosas entre tú y Max siguen tensas. Creo que ambos necesitan hablar y solucionar esto. No es bueno para ninguno de los dos seguir así —le dije, tratando de sonar lo más conciliador posible.

Wildest dream || Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora