Familia

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Despertar fue como emerger de un sueño largo y oscuro, confuso y lleno de sombras. La primera cosa que vi fue el rostro de Sergio, sus ojos llenos de lágrimas y una sonrisa que iluminaba toda la habitación. Al principio, todo era confuso, pero lentamente, los recuerdos comenzaron a regresar. Recordé la discusión con Jos, el accidente, y finalmente, la oscuridad.

Los días posteriores a mi despertar fueron una mezcla de emociones. Había tanto que procesar, tanto que entender. Mi cuerpo estaba débil, y cada movimiento era una lucha. Pero ver a Sergio y sentir la vida creciendo en su vientre me dio la fuerza que necesitaba para seguir adelante.

Mi recuperación fue un proceso largo y arduo. Aprender a caminar de nuevo, a moverme con la misma agilidad que antes, requirió de una paciencia y una determinación que nunca pensé que tendría. Pero cada día, con Sergio a mi lado, sentí que podía lograrlo.

Los médicos y fisioterapeutas eran pacientes y comprensivos, pero fue el apoyo incondicional de Sergio lo que realmente me mantuvo en pie. Estaba siempre ahí, animándome, recordándome lo que estaba en juego. Nuestro bebé, nuestro futuro juntos.

Durante las noches, cuando el hospital estaba en silencio, Sergio y yo hablábamos. Hablábamos de todo lo que había pasado en los meses que no estuve. Fue en esos momentos que supe que tenía que pedirle perdón. No solo por haberme ido con Jos, sino por las palabras crueles que le había dicho.

Una noche, cuando estaba lo suficientemente fuerte como para sostener su mano sin esfuerzo, supe que era el momento.

—Sergio —dije, mi voz más firme de lo que había sido en semanas—, necesito hablar contigo. Necesito pedirte perdón.

Él se acercó más, sus ojos llenos de preocupación y amor.

—¿Por qué? —preguntó suavemente, como si no pudiera imaginar qué podría decir que necesitara perdón.

Tomé una respiración profunda, sintiendo el peso de mis palabras antes de dejarlas salir.

—Por lo que te dije antes de irme con Jos. Por decir que esto era un error. No lo era, nunca lo fue. Fui un cobarde al dejarme manipular por él, al permitir que nos separara. Pero lo que más me duele es haberte lastimado.

—Yo nunca te creí y al saber el verdadero motivo lo entendí. Yo hubiera hecho lo mismo por ti.

—¿Me perdonas?

Sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente, pero esta vez, había una luz en ellos, una esperanza renovada.

—Max, yo también cometí errores. Pero lo importante es que estamos aquí ahora, juntos. Y tenemos un bebé en camino. Nada de eso puede cambiar lo que siento por ti.

Nos abrazamos, y en ese momento, supe que, a pesar de todo, íbamos a estar bien. Nuestra relación había sido puesta a prueba de la manera más difícil, pero habíamos salido más fuertes.

A medida que pasaban los meses, seguí mejorando. Recuperé mi fuerza, mi velocidad, y con ella, mi confianza. Pero lo más importante fue el tiempo que pasé con Sergio, apoyándolo durante su embarazo, preparándonos para la llegada de nuestro hijo.

Finalmente, llegó el día en que Sergio dio a luz. Estar allí, sosteniendo su mano y ver nacer a nuestro hijo, fue el momento más increíble de mi vida. Supe, sin lugar a dudas, que todo lo que habíamos pasado nos había llevado a este momento.

Mientras sostenía a nuestro bebé por primera vez, miré a Sergio, y supe que nunca más permitiría que nada nos separara. Habíamos superado tanto, y ahora, teníamos toda una vida por delante para disfrutar de nuestro amor y nuestra familia.

Wildest dream || Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora