Problemas

160 27 1
                                    

Estaba juntado unos costales cuando Max me llevó casi a rastras hasta el granero, sus manos firmes en mi brazo mientras yo intentaba protestar.

—¡Max, suéltame!— le grité, pero él no me escuchó. Sus ojos estaban llenos de determinación, y sabía que no había vuelta atrás.

Finalmente, llegamos al granero y me empujó ligeramente hacia adentro. Cerró la puerta detrás de nosotros con un golpe seco que resonó en el espacio vacío.

—¿Qué demonios te pasa, Sergio?— me preguntó, su voz tensa y llena de frustración.

Lo miré, tratando de encontrar las palabras correctas. Había estado evitando esta confrontación, pero sabía que no podía seguir haciéndolo.

—Max, yo...— comencé, pero él me interrumpió.

—No, déjate de rodeos. Has estado evitándome, y no me digas que todo está bien porque no lo está— se acercó, mirándome fijamente a los ojos. —¿Qué es lo que está pasando?

—He estado tratando de pasar más tiempo con mis hermanos— admití, bajando la mirada. —Sentí que los estaba descuidando, y ellos me necesitan.

Max suspiró, pasando una mano por su cabello en un gesto frustrado.

—¿Y qué hay de mí, Sergio?— su voz se suavizó, pero aún había una nota de dolor en ella. —¿No crees que yo también te necesito?

—Lo sé, Max— dije, sintiendo un nudo en la garganta. —Pero es complicado. No puedo estar en todos lados a la vez.

—¿Complicado?— repitió, soltando una risa amarga. —Sí, entiendo que es complicado, pero siento que me estás dejando fuera.

Me acerqué a él, intentando tocar su brazo, pero él se apartó.

—No es eso, Max— dije, mi voz casi un susurro. —Solo... me he sentido abrumado.

—Sergio, necesito que seas honesto conmigo— dijo, sus ojos buscando los míos. —¿Sigues queriendo esto, queriéndome a mí?

Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver la vulnerabilidad en su expresión. No quería perderlo, pero también sabía que necesitaba encontrar un equilibrio.

—Claro que sí, Max— dije con firmeza, tomando su mano. —Te amo, y no quiero perderte. Solo necesito aprender a manejar esto mejor.

Max respiró hondo, apretando mi mano con fuerza.

—Entonces, hablemos de ello. Juntos— dijo, su tono más suave. —No puedo hacerlo solo, Sergio. Necesitamos ser un equipo.

Asentí, sintiendo que el peso de mis preocupaciones se aligeraba un poco.

—Lo siento— murmuré, inclinándome hacia él. —Perdóname por hacerte sentir que no eras importante.

Max me abrazó con fuerza, sus labios encontrando los míos en un beso lleno de promesas y comprensión.

—No más secretos, no más excusas— dijo cuando nos separamos, sus manos en mis mejillas. —Estamos en esto juntos.

Asentí, sintiendo una nueva determinación. Teníamos mucho que enfrentar, pero sabía que mientras estuviéramos juntos, podríamos superar cualquier cosa.

—Te amo, Max— dije, mi voz llena de emoción.

—Y yo a ti, Sergio— respondió, besándome de nuevo, sellando nuestra promesa con un amor renovado.

El grito resonó en el granero, helándome la sangre. Max y yo nos separamos bruscamente, el miedo se reflejaba en nuestros rostros.

—¡Victoria!— exclamé, viendo a mi hermana en la entrada del granero, con los ojos abiertos como platos y la boca ligeramente abierta en shock.

Wildest dream || Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora