1

167 3 8
                                    

– Entra, corre – agarre del brazo a mi chico para meterlo en casa, me fijé en las cámaras, todas apagadas gracias a mi, tomé su mano y empezamos a correr

– Lore, esto es una locura – Enzo se quejaba mientras correteabamos por los pasillos, quedaban 10 metros mas o menos para llegar a mi cuarto y este no paraba de quejarse.

– Que no, Cállate – le dije mientras lo empujaba hacia mi cuarto – ya estamos a salvo, no pasa nada.

– Como tu padre me pille.

– nos mata, tanto a ti como a mi, pero como ahora no está – desabroché mi vestido, quedándome completamente en ropa interior – Ahora puedes hacerme lo que quieras porque estamos solos.

Sentía la mirada de ese hombre invadiendo mi cuerpo descaradamente, automáticamente sus ojos se oscurecieron y su camisa y pantalones desaparecieron en cuestión de segundos, me levantó en peso y me llevó a mi tocador, suerte que estaba todo ordenado porque no nos importó lo que había ahí, me levanté un poco para que se deshiciera de mis bragas y así poder meterse entre mis piernas con mas libertad.

Empecé a gemir al sentir su lengua bailar dentro de mi, llevé mis manos a uno de mis pechos y la otra a su cabeza para que no se escapara de mi, tras unos segundos dejé que saliera para que deborara mis labios. Bajé rápidamente su bóxer. así entró en mi de una, abracé su cadera con mis piernas para darle mucho mas profundidad a sus rápidas embestidas, mientras ambos gemíamos como locos por culpa del placer que nos estaba generando la situación.

Unos segundos después volvió a levantarme y me llevó hacia la cama, se recreó besandome mi cuello y mis pechos antes de volver a insertarse en mi, así lo hicimos durante un buen rato en posición del misionero, hasta que giramos y me tocó a mi moverme.

Dios estábamos a punto. Hasta que el rollo se cortó cuando escuché mi nombre desde el otro lado del pasillo.

"¡Lore!" Esa voz grave que cada vez se acercaba más la podía reconocer en cualquier parte, me quité de encima de él y empezamos a vestirnos como si la vida nos fuera en ello.

Y tanto que nos iba. Sobretodo la de Enzo. Mi padre siempre me decía que ni un solo chico en casa, ni amigos si quiera, nada. Mala suerte que no nací lesbiana porque hubiese sido todo mucho mas fácil.

– Dijiste que no estaba – me riñó susurrando, le tiré su camisa mientras yo colocaba mi vestido.

– ¡Lore!  ¡Sal de ahí! ¡Deprisa!

– ¡ya voy, papá, estoy en el baño! – empujé a "mi amigo" para que se escondiera en el armario, no sabia que hacer, por la ventana no podía salir porque eran tres pisos y además tenemos muchos empleados.

Me miré al espejo y fastidiada me peine. Me había jodido todo el polvo. Abrí la puerta aparentando tranquilidad.

–¿Que estabas haciendo ahí dentro? Sospechoso que tardaras en abrirme, además, ¿por qué cierras?

– Estaba en el baño, las mujeres tenemos unas necesidades más específicas que los hombres, no se si me entiendes.

– Lo entiendo, tienes eso de las mujeres que...

– Si, tengo la regla y me pillas un poco mal de cólicos, ¿Te puedo ayudar?

– Reunión familiar en 10 minutos en el comedor.

– Bajaré enseguida, hasta luego. – cerré la puerta rápidamente, un italiano guapísimo salió del armario donde lo escondí, abrochando su camisa botón por botón, dejando ver su cuerpazo tatuado y su abdomen duro como una piedra.

Estaba buenísimo.

– Uy, que chica más mala tenemos aquí, eres una mentirosa – se acercó a mis labios para besarlos, yo simplemente le sonreí a centímetros de sus labios

Entre dos mundos - Erick Brian Colón [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora