Ecos de Pecado
El sol se alzaba lentamente sobre la ciudad, tiñendo el cielo de tonos dorados y anaranjados. La noche había dejado tras de sí una sensación de inquietud que persistía en el aire. Elise Torres y Javier Rodríguez se encontraban en la escena del crimen de la noche anterior, revisando cada rincón de la casa abandonada en la calle Dickens. A pesar de la luz del día, el lugar seguía envuelto en una atmósfera sombría.
—Mira esto —dijo Javier, señalando un pequeño fragmento de papel entre los escombros. Elise se acercó, observando el mensaje que parecía haber sido arrancado con prisa.
—"En la oscuridad, la verdad se revela" —leyó Elise, frunciendo el ceño—. Otra pista del Lobo, sin duda.
Elise guardó el fragmento en una bolsa de evidencias mientras Javier tomaba fotografías del lugar. El sol apenas tocaba el suelo de la habitación, y la luz apenas lograba penetrar la densa neblina que parecía persistir en el aire.
En la oficina del Jefe de Policía Campbell, el ambiente era de una calma calculada. Campbell revisaba informes mientras Sarah Collins, la asistente, organizaba los documentos en su escritorio.
—La prensa está insistiendo en saber más —dijo Sarah, con una expresión preocupada—. ¿Cómo debemos manejar la situación?
—Mantén la información bajo control —respondió Campbell, sin levantar la vista—. No necesitamos más especulación en este momento. La prioridad es asegurarnos de que el caso se maneje con precisión.
El teléfono de Campbell sonó, interrumpiendo la conversación. Era Mia Delgado, la periodista ambiciosa que no había cesado en su búsqueda de información sobre el caso.
—¡Elise! —dijo Mia con entusiasmo—. Me enteré de que hay un nuevo desarrollo. ¿Qué me puedes contar sobre la pista encontrada esta mañana?
—No tengo nada que compartir aún —respondió Elise con firmeza—. Lo siento, Mia, pero el caso aún está en investigación.
Colgó antes de que Mia pudiera insistir, sintiendo el peso de la presión de los medios y el constante escrutinio.
Mientras tanto, en una elegante oficina con vistas a la ciudad, el Dr. Victor Reyes trabajaba en su perfil del asesino. Las paredes estaban adornadas con certificados y diplomas, y su escritorio estaba lleno de notas y archivos sobre el caso.
—El mensaje en la nota es enigmático —murmuró Reyes—. El Lobo no solo está matando, está intentando comunicar algo más profundo.
El teléfono de Reyes sonó, interrumpiéndolo. Era una llamada de Lucas Crowe, el padre de Gabriel, quien estaba preocupado por el impacto del caso en su familia.
—Lucas, ¿qué sucede? —preguntó Reyes.
—Estoy preocupado por Gabriel —dijo Lucas con voz temblorosa—. El caso está causando mucha conmoción, y él está en medio de todo esto.
Reyes asintió, reconociendo la preocupación legítima de Lucas. Mientras tanto, en una cafetería cercana, Mia Delgado se encontraba reunida con el alcalde Henry Frost. Frost, con su carisma característico, parecía inmune a la tensión que envolvía el caso.
—Elise y su equipo están trabajando arduamente —dijo Frost, tomando un sorbo de su café—. La ciudad confía en que resolverán este caso pronto.
—Espero que sí —dijo Mia, notando la tranquilidad en la voz de Frost—. Pero hay algo en la manera en que maneja este asunto que me preocupa.
El alcalde le sonrió, pero su expresión era enigmática.
Mientras tanto, en un parque cercano, Emily Adams, la estudiante universitaria testigo del crimen, caminaba con nerviosismo. Su vida había cambiado drásticamente desde la noche del asesinato, y ahora sentía la presión de la atención pública.
—¿Estás bien? —preguntó un amigo al verla visiblemente alterada.
—Solo... tratando de procesar todo —respondió Emily, con una sonrisa forzada.
De vuelta en la oficina de Elise, el equipo comenzaba a analizar la nota encontrada en la escena del crimen. Elise y Javier estaban rodeados de papeles, fotos y evidencia, intentando conectar las piezas del rompecabezas.
—Este mensaje... —dijo Elise, examinando la nota—. ¿Qué crees que está intentando decirnos el Lobo?
—No lo sé —respondió Javier—. Pero parece que está jugando con nosotros, dejándonos pistas que podrían ser significativas o completamente engañosas.
Mientras analizaban el mensaje, una sombra se deslizó en la ventana, y Elise sintió un escalofrío recorrer su espalda. La sensación de ser observada persistía, y sabía que el Lobo estaba más cerca de lo que imaginaban.
A medida que la ciudad avanzaba hacia otro día, el misterio del Lobo se adentraba aún más en sus sombras, desafiando a Elise, Javier y al resto del equipo a desentrañar una verdad que parecía siempre estar un paso adelante.
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Belian
HorrorEn la penumbra de la ciudad, un asesino en serie conocido solo como "El Lobo" se mueve sigilosamente en las sombras. Con una mente retorcida y un estilo macabro, El Lobo convierte el crimen en su arte personal. Su firma: una rosa roja con pétalos do...