Capitulo 07

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La Voz de la Oscuridad

La mañana en la ciudad estaba cargada de una densa niebla, como si el aire mismo estuviera tratando de ocultar la verdad. Elise Torres y Javier Rodríguez estaban en la comisaría, revisando las nuevas pistas que habían encontrado en la librería. El poema críptico se había entregado al Dr. Victor Reyes para su análisis, pero la sensación de urgencia seguía presente.

—La nota del libro tiene referencias a la avaricia y a la codicia, pero no estoy segura de cómo encaja en el patrón de los asesinatos —dijo Elise mientras repasaba las notas—. Necesitamos descubrir cómo cada víctima se conecta con los pecados capitales.

—Es un rompecabezas complicado —admitió Javier—. El Lobo parece estar jugando con nosotros, y cada pieza de información solo añade más capas al misterio. ¿Qué piensas sobre Leo Drake y su posible conexión con los crímenes?

Elise frunció el ceño, pensativa. La figura de Leo Drake era un misterio en sí misma, y su vinculación con el caso era incierta. Mientras analizaban, la puerta de la comisaría se abrió, y Mia Delgado, la periodista, entró con una mirada de determinación.

—Tengo algo que podría ser útil —dijo Mia, mostrando un dossier—. He estado investigando por mi cuenta y encontré algo interesante sobre una serie de eventos recientes relacionados con las víctimas.

Elise miró a Mia con curiosidad.

—¿Qué has descubierto?

Mia comenzó a explicar que había encontrado informes sobre una serie de reuniones exclusivas y eventos benéficos a los que todas las víctimas habían asistido antes de sus muertes. Algo que inicialmente parecía casual se revelaba como un patrón, y Mia estaba convencida de que estos eventos estaban conectados de alguna manera con el Lobo.

—Esto podría ser una pista clave —comentó Javier—. Si el Lobo está vinculado a estos eventos, quizás hay algo en común entre los asistentes.

—Voy a profundizar en estos eventos y ver si puedo encontrar algo que nos lleve más cerca del asesino —dijo Mia—. Pero necesito que mantengas esto en confidencialidad. No quiero que se convierta en un espectáculo mediático.

—Entendido —asintió Elise—. Gracias por tu ayuda, Mia.

Mientras Elise y Javier continuaban su investigación, Gabriel Crowe estaba en una gala de caridad en el lujoso salón de eventos de la ciudad. La gala estaba llena de figuras prominentes y la élite local, y Gabriel se movía entre la multitud con una elegancia innata. Sin embargo, su mente estaba ocupada con pensamientos oscuros y calculadores.

Entre los invitados estaba el alcalde Henry Frost, quien conversaba animadamente con otros asistentes. Gabriel se acercó a él con una sonrisa cortés.

—Señor Frost, siempre es un placer verlo —dijo Gabriel, estrechando la mano del alcalde.

—Gabriel, ¿cómo estás? —preguntó Frost—. Me alegra verte aquí. Tu apoyo a la comunidad siempre es apreciado.

—Solo tratando de hacer mi parte —respondió Gabriel, con una mirada que revelaba algo más que simple cortesía.

Mientras Gabriel intercambiaba palabras con el alcalde, observaba a su alrededor con atención. Sus ojos captaban detalles y observaban la dinámica de las interacciones, buscando cualquier señal que pudiera estar relacionada con el caso del Lobo.

Al mismo tiempo, en la comisaría, Elise y Javier recibieron una llamada urgente. El Dr. Victor Reyes había hecho un descubrimiento importante sobre el poema críptico. Las referencias a la avaricia parecían estar vinculadas a una figura en particular: el banquero y filántropo Charles Edmonds.

—Charles Edmonds —dijo el Dr. Reyes por teléfono—. Su nombre aparece en el poema, y parece estar asociado con el pecado de la avaricia. Debemos investigar su conexión con las víctimas y los eventos en los que han estado involucrados.

Elise asintió, su mente trabajando a toda velocidad.

—Vamos a buscar a Edmonds y ver qué podemos descubrir —dijo Elise—. Javier, prepara una cita para hablar con él. Quizás podamos obtener más información sobre su relación con las víctimas y su posible conexión con el Lobo.

Mientras Elise y Javier se preparaban para la siguiente fase de la investigación, Gabriel Crowe seguía observando la gala con una atención meticulosa. Su fachada de hombre de negocios respetable escondía un plan más oscuro, y cada movimiento, cada interacción, era parte de un juego más grande que él estaba controlando.

En la comisaría, el oficial de policía Luis Fernández, amigo cercano de Javier, se acercó al dúo con una expresión seria.

—¿Alguna novedad? —preguntó Luis—. He estado escuchando rumores y la ciudad está en un estado de alarma. Necesitan estar atentos.

—Estamos trabajando en ello —respondió Javier—. ¿Tienes alguna información adicional que pueda ayudarnos?

Luis asintió y le entregó un informe actualizado sobre los incidentes más recientes en la ciudad, que incluía testimonios y observaciones de varios testigos.

—Esto podría ser útil para conectar los puntos —dijo Luis—. Hay algo raro en los testimonios de los testigos sobre las noches de los asesinatos. Parece que alguien estaba observando, pero no hemos podido identificar a esa persona.

En el penthouse de Gabriel, su madre, Victoria Crowe, estaba de visita. Victoria, una mujer elegante y con una presencia imponente, se había enterado de la situación y estaba preocupada por su hijo. Se sentó frente a Gabriel con un aire de preocupación maternal.

—Gabriel, he escuchado sobre los recientes eventos en la ciudad. ¿Estás seguro de que no hay nada de lo que debas preocuparte? —preguntó Victoria, con una voz que mostraba una mezcla de preocupación y firmeza.

Gabriel trató de calmarla con una sonrisa tranquilizadora.

—Madre, estoy bien. Solo estoy involucrado en algunos asuntos de negocios y filantropía. Nada de qué preocuparse.

Victoria lo miró fijamente, sabiendo que su hijo no siempre decía toda la verdad. Su intuición le decía que había algo más oscuro detrás de la fachada de Gabriel.

En una pequeña oficina en la ciudad, Nathan Hale, un investigador privado con un historial de resolver casos complicados, estaba revisando información sobre los crímenes. Nathan, un hombre con un aire de misterio y un enfoque meticuloso, estaba dispuesto a colaborar en el caso.

—He revisado los detalles que me proporcionaron —dijo Nathan a Elise y Javier—. Hay algo en la forma en que el Lobo elige a sus víctimas que no encaja. Necesitamos entender el patrón detrás de sus elecciones.

Nathan se ofreció para ayudar a identificar posibles conexiones entre los eventos benéficos y los lugares frecuentados por las víctimas.

En el laboratorio forense, Claudia Mendoza, una forense experimentada, estaba realizando un análisis de las evidencias recolectadas. Claudia, conocida por su precisión y atención al detalle, estaba trabajando en los informes de las autopsias.

—He encontrado algo interesante —dijo Claudia mientras entregaba un informe a Elise y Javier—. Hay rastros de una sustancia en las víctimas que no hemos podido identificar completamente. Puede ser una pista clave para descubrir la identidad del asesino.

Con todas estas nuevas piezas del rompecabezas, Elise y Javier se adentraban aún más en la red de secretos y engaños que rodeaba el caso del Lobo. Cada nuevo detalle y cada nuevo personaje aportaban una capa adicional de complejidad al misterio.

Mientras Gabriel seguía en la gala, observando el juego de sombras que se desarrollaba a su alrededor, se preguntaba si sus propios secretos podrían salir a la luz. La voz de la oscuridad seguía resonando, y la verdad, aún oculta, estaba a punto de ser revelada en una revelación sorprendente.

El Lobo continuaba moviéndose en las sombras, su juego cada vez más intrincado, y los protagonistas se adentraban en un laberinto de traiciones y misterios que desafiaba su comprensión y su valor.

BelianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora