En su apartamento, una diminuta figura dorada aguardaba en la penumbra. Durante el día, era un hámster solitario y discreto, pero al caer la noche, se transformaba en un ser juguetón y curioso. Su nombre era Han Jisung, y ocultaba un secreto profund...
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Minho despertó sobresaltado, su corazón latiendo aceleradamente. Miró el reloj en su mesita de noche y se dio cuenta de que ya era tarde para ir a la academia. Maldijo entre dientes mientras se levantaba apresuradamente, recordando que Jisung casi no lo dejó dormir la noche anterior.
— Mierda.
Se vistió lo más rápido que pudo, agarró sus llaves y sus cosas y luego salió disparado del apartamento hacia su lugar de destino. ¡Rayos! Ni siquiera tuvo tiempo para desayunar.
Al llegar a la academia, recibió un llamado de atención por su tardanza. Sus compañeros se burlaron de él, algo que lo irritó aún más. Durante todo el día, no podía dejar de culpar a Jisung por haberle causado tantos problemas.
— Estúpido hámster—Respiró hondo una y otra vez—Agh, maldito roedor de mejillas gordas.
— ¿Te quedó la cama tan cómoda que no pudiste levantarte, Minho?
— Muy gracioso, Woojin.
— ¿Qué fue lo que pasó, Minho?—Jackson parecía un poco preocupado—Esta es la primera vez que llegas tarde.
— Seguramente, salió anoche de copas con una nenita o algo así, ¿no?
— ¿Nenita? No, claro que no—Minho frunció el ceño pero sus amigos siguieron riéndose—¡Oigan, dejen de burlarse! Hoy estoy muy cansado porque...bueno, no pude dormir bien.
— Al menos te tenemos de vuelta, incluso si estás medio dormido, amigo.
Minho gruñó a la vez que apretó los puños.
Continuó maldiciendo su asquerosa suerte de haberse topado con ese roedor en su apartamento entre dientes durante el entrenamiento. Mientras que en la otra punta de la ciudad, en ese confortable apartamento, Jisung pasó el día durmiendo en su forma de hámster sobre la almohada de Minho. Le gustó tanto el olor del oficial, que por primera vez en su vida, pudo sentirse seguro y tranquilo.
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Unas horas después, cuando ya era de noche, Minho regresó al apartamento, claramente agotado y de mal humor. Pero antes de entrar, se encontró con su vecino Bang Chan en el pasillo. El hombre del apartamento negro misterioso lo saludó con un leve asentimiento, lo que hizo que Minho se sintiera un poco inquieto. Había algo en Chan que siempre le daba escalofríos, tal vez...fuera por su intensa mirada o su aire enigmático.
