En su apartamento, una diminuta figura dorada aguardaba en la penumbra. Durante el día, era un hámster solitario y discreto, pero al caer la noche, se transformaba en un ser juguetón y curioso. Su nombre era Han Jisung, y ocultaba un secreto profund...
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Al día siguiente, Minho despertó al sonar la alarma cerca de su cama, para ir a la Academia de Policía. Se levantó de la cama, no sin antes notar al hámster dormido en la misma postura sobre su almohada. El pequeño roedor estaba acurrucado con sus patas delanteras cerca de su hocico, su respiración era suave y rítmica, y sus bigotes se movían levemente con cada exhalación. Sus ojitos cerrados y su cuerpo relajado lo hacían ver completamente en paz.
Mientras se dirigía al baño, Minho casi resbaló por unas cuantas semillas esparcidas en el suelo. No estaba seguro en qué momento Jisung las había dejado allí. Genial. Miró seriamente al roedor antes de sacudirse los pies e ingresar para darse una ducha y cambiarse por su uniforme de oficial. Unos minutos después, se preparó una taza de café caliente. Tomó sus cosas, sus llaves y salió del apartamento, encontrándose con su más temido vecino, Bang Chan.
Ay, no.
— Buenos días, oficial...Lee Minho—Saludó con seriedad.
— B-Buenos días, vecino—Saludó Minho, tratando de sonar casual. Aunque falló—Bang Chan, buen día.
— He estado escuchando algunos ruidos extraños en tu apartamento últimamente. ¿Alguna idea de qué podría ser?—preguntó Chan con una ceja levantada.
Minho forzó una sonrisa.
— Ah, sí, sobre eso...—dijo, rascándose la nuca—Ha sido una plaga. Estoy trabajando en ello.
Chan lo miró fijamente por un momento antes de asentir.
— Bien, espero que se resuelva pronto. Los ruidos han sido bastante molestos.
— Lo sé, lo sé. Lo siento por eso—Se disculpó Minho—Mmm, haré lo posible para que se solucionen cuanto antes.
— Muy bien—dijo Chan, sin dejar de mirarlo con desconfianza—Que tengas un buen día, vecino.
— I-Igualmente.
Se despidió cordialmente y se alejó por el pasillo hasta descender por las escaleras, ignorando por completo que Jisung había escuchado toda la conversación desde la rendija de la puerta. El pequeño hámster sintió su corazoncito romperse en mil pedazos. Mientras Minho se alejaba, Jisung volvió a su forma humana, sentándose en el suelo con lágrimas en los ojos. ¿Realmente soy solo una plaga para Minho?
La tristeza lo embargó, pero decidió que no se quedaría abatido. Se levantó, decidido a demostrarle a ese bobo policía que él no era una simple molestia, sino alguien valioso. Así quizás, solo quizás, Minho cambiaría de opinión sobre él.
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