Leo
—¿Te volviste loco, cierto? Tú y yo no estamos juntos. ¿Por qué le dijiste eso? —le gritó a ella desde que el Bellboy, el chico que llevaba las maletas, salió de la casa, dejándolos encerrados y a solas.
No se fijó en lo acogedora que era la casa, ni tampoco en la decoración que esta tenía, lo único en lo que pudo fijarse fue en la pelirroja que tenía enfrente, que lo miraba con ganas de golpearlo.
—Yo no hice nada ―dijo él y dio un paso hacia dentro de la pequeña sala de estar—. Pero estoy seguro que alguien más tuvo que ver.
¿Alguien más? ¿A qué te refieres? —preguntó ella sin entenderlo, sus ojos azules brillaban llenos de ira— ¡Ya te lo dije en la recepción! ¡No tuve nada que ver! Y el hecho de que estés aquí, encerrado en esta estúpida casa conmigo, solamente hace que me altere más.
Ella agarró la maleta por el mango y caminó con ella hacia donde el joven le había indicado estaba la habitación.
—En ningún momento he dicho que fuiste tú.
No es que no fuese posible, pero estaba muy seguro que su jefe era el que había tomado la decisión de ponerlos juntos en ese bungalow.
Casi podía meter su mano al fuego por ello.
Siguió los pasos de Sophia hasta dentro de la habitación, una cama con sábanas de veinte rojos invadieron sus ojos, haciéndole pestañear varias veces, pues la decoración no era para nada de su agrado.
Él siempre había preferido los colores claros esos, que no lo torturaran por la noche, ni tampoco en la mañana al despertar.
—Es que no entiendo a qué diablos te refieres cuándo dices que alguien más está involucrado
―Lo voy a poner bastante fácil, Pelirroja ―Él había escogido una camisa y un pantalón que no por pasará llamativo.
Comenzó a desabrochar cada botón de espacio mientras todos los días ni un solo movimiento
—¿Qué... qué... qué estás haciendo? ¡Ni te creas que vas a conseguir algo! ¡Estás bien jodido si crees que voy a acostarme contigo otra vez! —chilló como si él le hubiese ofendido—... mucho menos después de acusarme de reservar la cabaña en vez de habitaciones separadas.
—La única que sigue pensando ese disparate eres tú. Ya te dije bastante claro que otra persona lo hizo.
—¿Pero... qué persona? ¡No seas idiota! ¡Estás siendo incoherente! La única que hizo reservaciones para la estadía de nosotros dos aquí, fui yo, y hasta dónde sé, el único que quiere seguir teniendo sexo sin ningún tipo de roce y sin dar informaciones personales eres tú.
Quiso reírse de la seriedad con que ella hablaba.
Ahora estaba acusándolo de ser el que había reservado el Bungalow.
—Me reconforta saber que estamos los dos en la misma página.
—Simplemente corriste con suerte de principiante cuando te conocí esa noche. —Ella levantó la barbilla de forma altanera y la nariz le vibró de la misma forma en que sus labios temblaron.
Sí, la estaba sacando de quicio.
—Perdona, Pelirroja, pero estás equivocada. —Él se sacó la camisa y la tiró en el suelo. Ella giró la cabeza y se quedó mirando el piso con los pómulos sonrojado, del mismo color que su cabello—. Te conocí en la oficina temprano cuando nos presentaron. Solo que esa noche en el club, viste una faceta de mí que era justamente la que necesitabas.
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Sí, seré Tuya
RomantikLEO SANDOVAL, UN HOMBRE ARROGANTE Y SEGURO DE SÍ MISMO. TRABAJA DURO Y SIEMPRE OBTIENE LO QUE QUIERE. DEBAJO DE SU FACHADA DE HOMBRE IMPLACABLE DE NEGOCIOS, SE ESCONDE UN HOMBRE CON TRAUMAS DE INFANCIA. SOPHIA MCADAMS LLEGÓ PARA PONER EL MUNDO DE...