Regresó a su casa y al abrir la puerta se sintió enormemente feliz. No había nada como el hogar. Hacía años que estaba independizada de su madre y James, pero nunca había valorado la tranquilidad que podía respirar en su departamento hasta aquel momento.
Después de dejar las maletas en la habitación junto con su bolso, miró la pantalla del celular nuevo y se dio cuenta que tenía dos mensajes de Leo uno diciéndole que la quería y que no se olvidara de él, con una carita triste al final del mensaje, y en el otro diciéndole que Marcos lo había invitado a tomarse un whisky en su departamento y no se había podido negar aunque estaba cansado.
—Váyanse a la mierda los dos ―murmuró y tiró el celular en el sofá.
—¡Vaya! ¡Estamos de un excelente humor hoy! —La tarde comenzaba a caer y ella necesitaba una ducha para bajar un poco la tensión de su cuerpo.
—Voy a bañarme, necesito estar sola un rato, necesito agua y una jodida copa de algo ―suspiró y bostezó abierta sus anchas con los ojos apretados. Ciertamente estaba agotada, pero lo que más cansancio le provocaba, eran las nuevas informaciones que tenía sobre su padre biológico.
«Posible padre biológico», se recordó, amonestándose por su falta de credulidad.
No había una razón lógica para que Marcos llamara a Leo diciéndole de una tormenta que se acercaba a ellos para que la cuidara.
¿Cómo, si no, iba a saber que le tenía miedo?
Solo si su madre se le hubiese dicho.
Solo si James se lo hubiese dicho, ya que había pasado bastante tiempo conviviendo con ella, era la única figura paterna que reconocía, no importaba que Marcos fuera su padre biológico, James había estado en su vida desde que ella tenía uso de razón, y él era el único que consideraba su padre.
Esa podía ser una opción, seguro que no había un motivo oculto, tal vez su padrastro había llamado a Marcos y este se había comunicado con Leo.
—Voy a ducharme. Saca una botella de lo que sea que encuentres en el refrigerador y cuando salga vamos a tomar.
—¡Me encanta cuando estás en modo borracha!
—¡No estoy en modo borracha!
—¡Bueno! En modo automático —señaló ella y se rio al ver la expresión de Sophia.
—No estoy en modo automático tampoco, solo quiero descansar...
—¿Y pretendes descansar tomando alcohol? —Su amiga se pasó la mano por el cabello corto y se arregló los flequillos que colaban en su mejilla—. Mira, Sophia, no sé lo que pasó en el vuelo, no sé qué pasó en tu estadía, creo que hice lo correcto al cambiar tu reservación, este tipo te traía loca. ¡Mírate! ¿Cómo estás? ¡Estás feliz! Sé que algo te molesta pero estás feliz, lo veo en tus ojos, nena. Desde Terrence ―ese maldito desgraciado―, hacía tiempo que yo no te veía tan feliz.
—Estoy feliz —admitió ella y una sonrisa se colocó de inmediato en sus labios.
Joder.
Sí, estaba feliz.
Hacía tiempo que ella no sentía esa euforia permanente en el cuerpo. Aria tenía razón. Desde que descubrió a Terrence siéndole infiel Luis Calson, por más que quiso mantener una amistad sincera con él, lo cierto era que le guardaba resentimiento.
Ella se jactaba de decir que no había lugar para resentimientos en su corazón, pero después de descubrir su infidelidad, se daba cuenta que sí, hasta la persona más buena e inocente podía cambiar. Los otros podían cambiarla. La inocencia se perdía en el momento en que lastimaban, pisoteaban y destruían la poca confianza que una persona podía tener en sí misma.
ESTÁS LEYENDO
Sí, seré Tuya
RomanceLEO SANDOVAL, UN HOMBRE ARROGANTE Y SEGURO DE SÍ MISMO. TRABAJA DURO Y SIEMPRE OBTIENE LO QUE QUIERE. DEBAJO DE SU FACHADA DE HOMBRE IMPLACABLE DE NEGOCIOS, SE ESCONDE UN HOMBRE CON TRAUMAS DE INFANCIA. SOPHIA MCADAMS LLEGÓ PARA PONER EL MUNDO DE...